Editorial

 Queja de UNICEF

 Queja de UNICEF

Al ofrecer  el escandaloso dato de que  el 83 por ciento de  los menores dominicanos entre  dos y 14 años sufren castigos físicos y sicológicos en sus hogares y en la escuela, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) ha censurado  el desinterés del Estado y la sociedad ante  la violencia que se perpetra contra niños, niñas y adolescentes.

Aunque la fuente de tan  perturbadora estadística  (Encuesta Enhogar 2006)  no parece actualizada, no hay dudas de que  el cuadro descrito  ha de ser hoy mucho peor ante la ausencia de efectivas políticas oficiales de protección a niños y adolescentes  y los bajos niveles de conciencia ciudadana sobre ese flagelo.

El castigo corporal, que la agencia de la ONU denuncia como una práctica disciplinaria aprobada en hogares y escuelas, se constituye como una añeja herencia cultural que no pocos núcleos familiares consideran efectivos moldes conductuales, por lo que se requiere de un intenso y extenso programa  de reeducación cívica a los fines de conjurar lo que ha devenido en una práctica  violatoria a los derechos de la niñez.

Son válidas las quejas de Unicef  por la pobre atención que prestan los medios de comunicación al fenómeno de la violencia  contra la niñez, que  es  al mismo tiempo un problema de salud pública y de violación a los derechos humanos. Pero es preciso señalar que la sociedad y la familia están expuestas a una situación de violencia e indefensión jurídica.

Se menciona, por ejemplo, que en lo que va del año más de 120 mujeres han sido asesinadas por  sus esposos, amantes o pretendientes, en una cruenta espiral de violencia  de género y que el núcleo familiar, débil en sí mismo, por los altos índices de divorcios o de matrimonios informales, padece el acoso de una generalizada espiral de la delincuencia y criminalidad.

Aun así, en República Dominicana falta un largo trecho por recorrer en materia de protección a niños y adolescentes, porque además de conjurar  el castigo corporal y sicológico en el hogar y la escuela, se requiere eliminar la prostitución de menores y el trabajo infantil, que constituyen motivos de escarnio y vergüenza para la sociedad nacional.

Se estima que  más de 25 mil  niños son obligados a prostituirse  en burdeles y lugares frecuentados por turistas pederastas, y que  miles más  son incorporados a tareas laborales impropias para su edad o que deambulan  en penosas condiciones de pedigüeños, sin ningún amparo o protección oficial.

La denuncia o queja de Unicef sobre  indiferencia social y negligencia del Estado ante  los elevados índices de violencia corporal y sicológica contra menores, ha de recibirse con sentido crítico y como un compromiso colectivo de emprender una cruzada nacional en defensa y protección de  la población infantil.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación