El problema social y económico de Haití debía de ser solucionado por los países desarrollados, especialmente Estados Unidos, Cánada y Francia, porque República Dominicana tiene sus problemas y es injusto demandarle una cuota de sacrificio mayor que la de permitir aproximadamente un millón de nacionales haitianos, ilegales en su mayoría, habitando en su territorio.
Se impone que el Estado dominicano, a través de las Fuerzas Armadas y la Dirección General de Migración, tome las medidas preventivas para evitar el paso de haitianos hacia territorio dominicano, sin caer en violación a los derechos humanos; pero hay quienes sostienen que falta voluntad en esa dirección y prevalece una mafia de empresarios que opera en los dos países.
Mientras ese problema se corrige, nuestros asambleístas no pueden estar cayendo en contradicciones. Se saluda la aprobación, en primera lectura, del derecho a la educación de todas las personas que habiten el país, pero al mismo tiempo se mantiene una postura atrasada, asesinando civilmente a los hijos de los ilegales haitianos (o que se encuentren en tránsito), los cuales no pueden ser declarados en las oficialías y sin acta de nacimiento no pueden ingresar a los centros educativos.
Son aspectos inseparables. Y es una lástima que legisladores del PRD y el PLD, organizaciones políticas liberales, no entiendan que es un aspecto que amerita atención humanitaria, sin dejarse influenciar por supuestos nacionalistas, que en el fondo simplemente son racistas y, sobre todo, antihaitianos.
Y no se justifica que en un país, como el nuestro, con un 85% de negros y mulatos, se actúe con tantos prejuicios raciales.
Pero que haya esos prejuicios raciales en determinados segmentos de la población inculta podría perdonarse, ahora que no vengan sentando cátedras de nacionalismo personas de reconocida trayectoria política, que históricamente se han colocado al lado de los peores intereses. Son nacionalistas en el caso haitiano (cogiendo piedra para los chiquitos), pero durante la intervención militar del 65 se colocaron al lado de los invasores. ¿Recuerdan?
Creo que el Estado dominicano, en su política exterior, debía de jugar un papel favorable a la causa haitiana, abogando por ayudas de la comunidad internacional hacia ese empobrecido país y fortalecer los vínculos comerciales entre ambas naciones, porque en término económico se necesitan mutuamente.
Y los legisladores dominicanos, en su mayoría personas con nivel educacional y político, tienen que asumir un rol humanitario y resolver el problema de los hijos de haitianos que nacen en el país. Mi posición es que se les considere dominicanos y al mismo tiempo la frontera sea vigilada para impedir mayor penetración, estimulados por la aprobación.
Los asambleístas tienen la oportunidad de evitar que el país siga siendo una vergüenza internacional, como consecuencia de las racistas e inhumanas posiciones exhibidas respecto al problema haitiano, con el aval de la vigente carta sustantiva.