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El oro ganado a sus 35 años por Félix Sánchez en las Olimpíadas de Londres ha sido una de las proezas más extraordinarias alcanzada por atleta alguno. Después de obtener la presea en 2004 en los Juegos Olímpicos de Atenas, cuando se le consideraba el rey de los 400 metros con vallas, el legendario corredor entró en proceso de declive en que cada competencia en que participaba suponía opacar su pasado. Llegó hasta caerse en un evento internacional, pero jamás se rindió. Nadie esperaba que podía resurgir de sus cenizas con una presea ganada con gran autoridad, que  recompensa el esfuerzo y la dedicación. Lo suyo parecía una obstinación. Más se esperaba de Luguelín Santos, el jovencito que a sus 18 años estampó su nombre en las Olimpíadas al alcanzar medalla de plata en los 400 metros planos. Con el legado de Sánchez, de que cuando se quiere, se puede, el joven atleta garantiza que el país vuelva a brillar en competencias olímpicas. Para República Dominicana la hazaña de sus representantes no podía ser más extraordinaria. En las últimas tres Olimpiadas la bandera nacional ha vuelto a ondear y el himno nacional a sonar con las medallas  conquistadas por sus atletas. Sánchez y Santos han escrito una encomiable hazaña.

Comisión de verdad

Mayor integración, como ha  planteado la directora ejecutiva de la Fundación para la Educación en Derechos Humanos con relación a la Comisión Mixta Bilateral de República Dominicana y Haití, es lo que necesita para que la entidad pueda cumplir su cometido en beneficio de las relaciones entre ambos países. El organismo, cuyos encuentros son tan publicitados, ha sido relanzado en varias ocasiones, sin que todavía, como advirtió la experta Flor Rojas,  acabe de arrancar y funcionar. Para superar el letargo es necesario que la comisión esté conformada, como ha sugerido la experta, no por burócratas, sino personas interesadas en fomentar el diálogo y mejorar las relaciones entre los dos países. Por si es necesario, Rojas cuenta con una vasta experiencia en asuntos fronterizos y migratorios pues ha cumplido misiones del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en la región y en Africa. O sea, que no se trata de una improvisada.