A medida que se acercan las elecciones del domingo en Venezuela, las fuertes acusaciones intercambiadas por los candidatos Hugo Chávez y Henrique Capriles se han ocupado de tensar aún más el panorama electoral. Chávez, un bocaza que habla sin pelo en la lengua, declaró que la candidatura de Capriles es financiada por mafias ligadas con el narcotráfico. Aunque el candidato opositor respondió los epítetos, el gran temor que cunde en amplios sectores se relaciona con la posibilidad de que se desconozcan los resultados. Ninguna de las fuerzas parece preparada para resultados adversos en las urnas. Ahora ha sido el Gobierno que ha denunciado ante las Naciones Unidas supuestas intenciones de las fuerzas que sustentan la candidatura opositora de cuestionar la expresión de la voluntad popular. A manera de advertencia, y es lo que más inquietud ha causado, el embajador Jorge Valero dijo que el pueblo está preparado para defender sus conquistas democráticos y revolucionarias. Pero no abundó en más detalles. Aunque Chávez luce como favorito no se sabe lo que podría ocurrir si los resultados son muy cerrados. Ambos candidatos han dado grandes demostraciones de fuerza en la campaña.
El gasto excluido
Tras dar a conocer sus necesidades de recursos, la gran tarea para el Gobierno está en convencer sobre la exclusión del gasto de la nueva reforma fiscal. Nadie discute la magnitud del déficit fiscal, que a agosto se calcula que rondaba alrededor del 7% del Presupuesto. El Gobierno espera recaudar más de 55 mil millones de pesos a través de la creación y aumento de la carga impositiva, pero sin tocar para nada la nómina y privilegios como el barrilito de los senadores. Se alega que por el nivel de los sueldos, en su mayoría de miseria, aunque haya muchos que son escandalosos, con la reducción de la nómina el Gobierno no obtendría gran cosa. La realidad es tan dramática como desafiante. Pero ahora hay que convencer a los diferentes actores de que la vía del gasto no era ni siquiera adecuada. Tendrá, por supuesto, que mandar señales más concretas sobre la austeridad que ha proclamado. Lo que se advierte por ahora es que busca afrontar el daño sin incurrir en el menor sacrificio.