Por más viento en popa que estén el Gobierno y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), la protesta del domingo contra la impunidad indica que no las tienen todas consigo.
Decenas, cientos, miles o apenas unos cuantos participantes, la manifestación sintetiza de todas formas una rebelión contra la corrupción y la impunidad que han diezmado la calidad de vida de las grandes mayorías.
Como en los carnavales, durante la concentración salieron a relucir todas las expresiones contra el Gobierno, el liderazgo político actual y la depredación de los recursos públicos.
Las redes sociales, convertidas en el medio de comunicación por excelencia de los indignados, estaban saturadas de toda suerte de mensajes contra los presuntos responsables del déficit que motivó la repudiada reforma tributaria.
Si bien había personas de todas las edades, el núcleo lo constituían jóvenes de diferentes de movimientos que han tomado las calles para reclamar justicia. Más que en términos cuantitativos las autoridades deben ver las protestas como un sentimiento social que germina.
El corazón de muchas personas, dentro y fuera del territorio, estaba en la protesta del domingo y está con la demanda contra la corrupción y la impunidad.