Saludable
Saludable y solidaria ha sido la misión que hasta hoy han cumplido los médicos militares estadounidenses del Comando Sur con las cirugías y atenciones ofrecidas de manera gratuita a miles de pacientes. Se trata de un gesto que la gente valora y reconoce como un servicio humanitario e inestimable.
La asistencia forma parte de un programa de cooperación y amistad con América Latina, conformado por un equipo de 650 médicos que viajan en el buque hospital Robert Linebery. Ginecólogos, cardiólogos, pediatras, oftalmólogos, odontólogos, otorrinos y otros especialistas atienden a los cientos de pacientes que diariamente procuran sus servicios. Muchas personas han podido corregir deformaciones y curar enfermedades a través de cirugías y atenciones proporcionadas por los especialistas estadounidenses. Se trata de una misión solidaria, que merece el reconocimiento de la población.
Ajustes callejeros
Otra ejecución a balazos de un hombre en el residencial Villa Esfuerzo, de El Almirante, vuelve a llamar la atención sobre los ajustes callejeros que se han entronizado en el país.
Por viejas rencillas personales o familiares, venganza, negocios y más de mil razones criminales suelen tomar la justicia en sus manos. Tan frecuente se ha tornado la práctica que ya nadie se siente confiado ni seguro en ningún sitio.
Pedro Zorrilla Santana, de 50 años de edad, fue abatido de tres balazos por desconocidos que se desplazaban en un vehículo marca Toyota Corolla. Tras ser ubicado en un colmado los homicidas, como si cumplieran una misión, se aseguraron de dejarlo sin vida.
Al margen de las causas, crímenes tan impunes dejan siempre muchas interrogantes. Y más cuando se ha hablado de la operación de escuadrones de la muerte que emplean a sicarios.
La muerte de Zorrilla Santana no ha sido la primera en tales circunstancias. Se trata de una práctica que se repite y que es necesario afrontar con decisión y coraje.
Las ejecuciones callejeras fomentan la inseguridad y el miedo, al tiempo de zarandear el sistema instituicional. Es de esperar que el suceso se aclare, siquiera para despejar tensiones.