RADAR

Para que no se quede en un simple enunciado, el ministro de Educación, Melanio Paredes, debería formalizar su petición al Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PNUD) en torno a la supervisión del desayuno escolar. No era necesario irse tan lejos, pero ya que lo ha planteado debería ocuparse de completar los trámites para que la solicitud no quede en el aire, como un decir. Tal vez el PNUD pueda ayudar a mejorar no sólo los controles de calidad, sino a transparentar el procedimiento para  despejar los permanentes conflictos generados por el desayuno escolar. Paredes, quien desde un primer momento quiso desentenderse de la merienda, se ha visto forzado a suspenderla por el resto del año escolar para reevaluarla. Las intoxicaciones en diferentes planteles ha sido el detonante de una medida que sintetizó en que prefería estudiantes desnutridos y no muertos. Como no descarta un sabotaje ha solicitado una investigación a los servicios de inteligencia. La verdad es que el gran conflicto con la merienda ha girado en torno a la leche y la empresa que la suple. Pero el ministro de Educación se ha ocupado de conferirle un nuevo giro, sin mayores necesidades, al plantear la intervención del PNUD en el programa.

Emergencia en Jamaica

El Gobierno de Jamaica ha tenido que recurrir al estado de emergencia para enfrentar disturbios sociales atizados por el narcotráfico. Barrios pobres se han convertido en fortalezas para evitar la extradición a Estados Unidos del presunto narcotraficante Christopher “Dudus” Coke. En la confrontación un cuartel de la Policía fue incendiado por pistoleros dirigidos, según las autoridades, por el perseguido Dudus Coke. Cuando se llega a declarar el estado de emergencia para combatir de la delincuencia es porque el asunto es de una gravedad extrema. La tensión predomina en Jamaica, una nación con profundas desigualdades sociales, frente a la batalla que se anticipa entre las autoridades y las fuerzas que defienden al presunto narco solicitado en extradición por Estados Unidos. Semilleros como los barrios de Kingston, Trivoli Gardens y Hannah se han convertido en trincheras protegidas por alambres de púas y chatarras para impedir la penetración de las fuerzas del orden.