Que la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) y el Ministerio de Educación no hayan llegado a un acuerdo no es para desalentarse ni hablar de fracaso.
El desacuerdo puede marcar la necesidad de deponer posiciones intransigentes y hablar con franqueza. No se trata de un pulso, sino de un diálogo en que para llegar a un acuerdo satisfactorio cada una de las partes tiene que ceder en algo. Lo ideal sería que la ocasión sirviera no sólo para hablar de salarios y que en la conversación pudieran intervenir en otros sectores.
El Ministerio de Educación no puede ignorar que gracias a la opinión pública logró el presupuesto de que disfruta y que los educadores son esenciales para la enseñanza. No importa que, de no ponerse en pie de lucha, los maestros se hubieran quedado fuera de la distribución del 4% que asigna la ley a la educación preuniversitaria.
En el presupuesto del Ministerio de Educación para este año no se contemplaba aumentar siquiera un solo centavo a los sufridos educadores. Aunque la proyección indica que se tiene que adaptar el salario docente a la medida de la apreciación del costo de la canasta familiar no había ninguna partida para mejorar los ingresos de los educadores. Hay que hablar hasta ponerse de acuerdo.