Opinión

Reacción Inadecuada

Reacción Inadecuada

El país concurre al episodio en el cual un reconocido narcotraficante ha manifestado de forma pública que entregó, en el desarrollo de procesos electorales, cantidades extraordinarias de dinero a un ex presidente. No es la primera vez que eso ocurre con este y otros dirigentes políticos, y lo grave es que nunca pasa nada porque carecemos de un Ministerio Público y un Sistema Judicial independientes de estamentos partidarios dominantes.

El afectado no ha expresado una sola palabra de lo que está sucediendo. Su entorno, en cambio, no ha tardado en reaccionar atribuyendo las imputaciones a una campaña de descrédito que pretende disminuir las posibilidades de que el pasado presidente retorne al Palacio Nacional.

Al afirmarse que se trata de una campaña, se está insinuando que la misma es difamatoria e injuriosa en sí misma y eso no es así. El hecho de que tales informaciones formen parte de un plan, no es ni debe ser lo más trascendente. Tampoco la circunstancia de que lo sea debe ser asimilada a que lo que se dice sea mentira.

Podemos dar por un hecho que se trata de una estrategia implementada con el propósito de reducir la potencialidad electoral de un candidato y eso no le resta ninguna importancia al tema dilucidado. ¿Acaso no ha sido y continuará siendo el ejercicio de la política una lucha encarnizada por ganar batallas?

Ese no es el aspecto fundamental de esto. Lo que hay que establecer es si lo esgrimido responde o no a la verdad. Por involucrar una persona que ha sido tres veces presidente y tiene posibilidades de volver a serlo, a un electorado responsable y a él de manera particular, les debe resultar de irrenunciable necesidad que la verdad resplandezca.

De ahí que considero desatinados tanto el silencio del anterior primer mandatario como el manido alegato de sus acólitos de que esto solo persigue hacerle daño. Si el asunto es tan burdo y carece de asidero, como afirman, están desperdiciando una oportunidad de crecer en la valoración colectiva probando sin resquicios de dudas que lo dicho es calumnia.

En el pasado, a pocas horas de un certamen comicial, al personaje en cuestión se le involucró en algo parecido y sin pérdida de tiempo convocó una rueda de prensa y demostró la falsía de una supuesta conversación telefónica. Salió bien librado del ardid. ¿Por qué no recurre en esta ocasión a tan efectivo mecanismo?

El Nacional

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