ORLANDO JORGE MERA
A veces no se tiene muy presente, pero los regalos presidenciales, son parte del patrimonio nacional, nos pertenecen a todos, y son pagados con los dineros públicos, con las contribuciones que pagamos los ciudadanos. Esto lo tiene muy presente el presidente Barack Obama quien le regaló hace unos días una colección de películas en DVD al primer ministro de Inglaterra, Gordon Brown, y días después, le obsequió el original de la letra y música de «Star Spangled Banner» al primer ministro de Australia, Kevin Rudd.
Lo que el presidente de un país regala a un visitante extranjero es siempre noticia. Por ejemplo, en Guatemala, el presidente Álvaro Colom decidió no regalar bebidas alcohólicas típicas de su país, y en su lugar, regala réplicas de iconos nacionales. Lo interesante es que debería existir un registro en que el que se asienten los regalos presidenciales, tanto los que se obsequian como los que se reciben, tal como sucede en Argentina.
La Ley de Ética Pública de Argentina, tiene en su artículo 18 la siguiente disposición: Los funcionarios públicos no podrán recibir regalos, obsequios o donaciones, sean de cosas, servicios o bienes, con motivo o en ocasión del desempeño de sus funciones. En el caso de que los obsequios sean de cortesía o de costumbre diplomática la autoridad de aplicación reglamentará su registración y en qué casos y cómo deberán ser incorporados al patrimonio del Estado, para ser destinados a fines de salud, acción social y educación o al patrimonio histórico- cultural si correspondiere.
Recuerdo que, cuando mi padre terminó su mandato el 16 de agosto de 1986, dejó inventariados los regalos que recibió de manos de otros Jefes de Estado en varias vitrinas expuestas en el Palacio (Poseo, el inventario). No tenía obligación legal. Lo hizo por voluntad propia, y lo admiro por ello. Muchos años después, nadie me supo explicar qué pasó con estas vitrinas y su contenido. De algo estoy seguro, al 16 de agosto de 1986, estaban en el Palacio Nacional.
Este tema de los regalos presidenciales, es más profundo. Hay países, que los regalos que recibe un presidente de manos de un empresario están sometidos a registro público. Así se decidió en Argentina, cuando la presidenta Cristina Kirchner recibió de manos de Carlos Slim una computadora Mac Air. En el fondo, lo que se procura evitar es que se produzcan conflictos de interés cuando el empresario luego hace negocios con el gobierno. Aquí, por ejemplo, en el 2005, el presidente de la Sun Land le donó al presidente de la Fundación Global de Desarrollo y Democracia (Funglode) una estatua del artista israelí Frank Meisler. Esto no tuvo ni tiene nada malo ni ilegal, lo único es que el presidente de la Funglode es el presidente de la República, Leonel Fernández, y en el 2006, el gobierno dominicano suscribió el escandaloso e inconstitucional préstamo con la Sun Land, al cual me he referido en múltiples oportunidades.
¿Existe relación pública de los regalos presidenciales que ha recibido Fernández? ¿La hay de los que ha obsequiado a Jefes de Estado y de Gobierno extranjeros? Se necesita fortalecer nuestras instituciones. La Presidencia puede comenzar dando el ejemplo.