TALCA. CHILE. AFP.-Una semana después del fuerte sismo que sacudió el centro y sur de Chile, los empleados del hospital regional de Talca, severamente dañado por el temblor, intentan atender a pacientes con ataques de nervios, al tiempo que deben enfrentar su propio miedo.
El hospital, un laberíntico edificio de tres pisos, fue construido a fines del siglo XIX y estaba destinado a la demolición en los próximos años.
El terremoto del 27 de febrero ya logró gran parte de esa tarea, de manera que las actividades básicas se realizan desde ahora en un anexo moderno de la planta hospitalaria.
Según Yolanda Peña, una estudiante de enfermería que trabaja como voluntaria para ayudar a manejar al enorme flujo de pacientes luego de la catástrofe, la mayoría de las personas que hacen cola en la calle antes de poder entrar en el hospital, tienen problemas relacionados con el estrés.
Sufren «ataques de pánico y estrés sobre todo porque se siguen sintiendo réplicas», explica.
En efecto, en una semana, más de 200 réplicas del sismo de magnitud 8,8 sacudieron al país sudamericano, manteniendo hasta ahora los nervios de los sobrevivientes de punta.
El miedo se ha difundido entre los chilenos, sobre todo luego de tres fuertes temblores que se sintieron en el país el viernes por la mañana, entre los cuales uno de magnitud 6,8, o sea uno de los más potentes desde el que mató a más de 800 personas el sábado anterior.
La enfermera en jefe, Juana Carrasco, estaba de guardia nocturna en una sala de emergencia vacía cuando se produjo el terremoto.
«Salimos corriendo -era puro instinto», recordó. «Era realmente devastador, pensé que era una pesadilla.»
Dentro del hospital, las cañerías de agua se rompieron. Había polv o saliendo de las paredes resquebrajadas y trozos del techo por todas partes.
La luz se cortó y todo el edificio se quedó en la oscuridad.