Semana

Resistencia íntima

Resistencia íntima

Ángel Concepción
angelsinpantalones@gmail.com

En los años sesenta, mi abuelo afirmaba: “El mundo se acabó y no nos dimos cuenta”, sorprendido por las expresiones de la época: “mientras más hago el amor, más ganas”.
Tengo que hacer la revolución (mayo del 68, París); viejo liberal y anarquista, no fue que la afirmación era mucho para él, argumentaba que con esta revolución de las costumbres, la rebelión sexual, la generación de las flores, a golpe de peace and love y woodstock y leit –be (paz y amor por siempre), el mundo occidental y cristiano, había empezado a llegar a su fin.

Ahora en pleno siglo XXI, en tiempos de pandemia y amenazados por los cuatro puntos cardinales por diversas amenazas; el cambio climático, la posibilidad de una guerra nuclear, la muerte de la democracia con la aparición de gobiernos de carácter autoritario, que nos recuerdan el huevo de la serpiente de Bergman o la ascensión de Arthur Ui de Bertol Brecht, en donde se expresa la permanencia latente del fascismo. Así, en estos tiempos difíciles la frase del abuelo se llena de plenitud y certeza.

En caída libre, en carrera loca hacia al abismo, atrapados en la ansiedad de producir y consumir, devorando el mundo a dentelladas, como si este fuera un gigantesco McDonald.
La covid-19 fue y es un semáforo en rojo, brusco frenazo que nos detuvo de repente y de improviso a todo el mundo.

La pandemia del coronavirus ha puesto al mundo patas arriba con la pérdida de más de un millón de vidas y un impacto a la economía tan profunda en los países de bajo ingreso que nos enfrentamos al riesgo de declararnos una generación perdida destaca la directora del FMI Kristalina Gueorguieva en reciente declaraciones.

Fritjof Capra físico cuántico escribe: “la pandemia es la respuesta biológica del planeta a la emergencia social y ecológica que la humanidad ha creado por sí misma”.

La pandemia surge de un desequilibrio ecológico y tiene consecuencias dramáticas debido a la desigualdad social y económica; la justicia social se vuelve incierta debido a que esta pandemia solo puede ser superada por acciones colectivas.

Creer que tan solo una vacuna es la solución sin reducir la catástrofe ecológica y cambiar nuestros hábitos de consumo y crear una ética solidaria de cooperación y cuidado sería tan solo limarle los dientes al lobo.

La covid-19 es la respuesta de la tierra a tanto desastre, una señal de alerta que ella nos envía: “Dejen de sobreexplotarme, violentarme, saquearme, para eso hay que reducir el consumo.

Reutilizar lo que se ha usado, reciclar lo que ya no te sirve y respetar toda la vida del planeta, – O me respetan o los aniquilo-, parece decirnos.

Creer que tan solo una vacuna es la solución sin reducir la catástrofe ecológica y cambiar nuestros hábitos de consumo, creando una ética del cuidado, de la solidaridad y del buen vivir, en donde el orden social conviva con el orden natural es necesario, no hacerlo sería suicida, seguir limando los dientes al lobo.

La naturaleza ha jaqueado a la modernidad y a la tecnología.
Ante lo que nos ocurre debemos resistir, resistencia intima, no en cuanto a interior sino a proximidad como nos propone el filósofo catalán Josep Esquirol, fortaleciendo los vínculos.
Venciendo el miedo a la enfermedad en compañía de los otros, con los otros y por los otros.

Abrir los espacios de encierro a la común unidad, sabernos juntos, que si en verdad son terribles las amenazas, debemos de tener la certeza que en donde hay hombres no hay monstruos, ni virus, ni fantasmas, y recordar al David, el de la honda, de que no hay gigantes a quien temer, ya que: “Todo poder es frágil”, una pedrada en la hora precisa y en la justa frente lo derriba.

El Nacional

La Voz de Todos