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Reto crucial de Leonel Fernández

Reto crucial de  Leonel Fernández

Ateabenequen era la ceremonia de sacrificio humano que practicaban los taínos en su universo pagano, superchero y animista, y Ateabenequen es el reto sin ceremonias que enfrenta de frente al certamen cívico de 2020 el tres veces presidente Leonel Fernández, presidente del PLD, y próximo gobernante 2020-2024.

Las demandas, exhortaciones, movilizaciones populares, oposición de las iglesias católica y evangélica, el CONEP, los partidos políticos de oposición todos, incluyendo la facción de Leonel del PLD, condenaron la reelección.

Las encuestas reiteraban un 72% de rechazo a modificar la Carta Magna para el propósito egoísta de habilitar la reelección, vulnerar el “nunca jamás”, y la empeñada palabra en 2015 del presidente Danilo Medina de retirarse a su hogar en 2020.

La exhortación del secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, recomendando al presidente Medina respetar la Constitución y las leyes, fue el detonante determinante para el gobernante desistir la reelección.

Es una coherente concepción que flota en el escenario político, que no es verdad que el presidente Medina se cruzará de brazos ante la inminencia de Leonel Fernández desplazarlo del poder en 2020, en un certamen cívico crucial en que ambos, quedarán fuera de la competencia electoral de 2024, que traduce el final de sus carreras políticas.

Esto se deduce fácil, entendiendo que Leonel Fernández no dispone de contendor extra partido, capaz de producir un susto electoral, porque el único que cuenta con un volumen de votos que no alcanza de ninguna manera cota del 50% es Luis Abinader Corona, carente de atractivo, discurso y programa de gobierno, mucho menos el expresidente Hipólito Mejía, con la fresca memoria nacional del desastre de su administración 2000-2004 que lastró la economía, subiendo la prima del dólar a 60 por 1.

Conociendo más que nadie estas evidencias, Leonel Fernández, como un tallador de diamantes judío de Amberes, tiene que orientarse a pulir las aristas filosas de Danilo Medina en su inocultable vendetta impidiendo a su compañero de partido y exministro Administrativo de la Presidencia en su primera administración, obstruirle la ruta para alcanzar la silla de alfileres en 2020, en realidad, su único peligroso contendor.

En esa coyuntura, Danilo Medina dispone media docena de monigotes, que supinamente han anunciado aspiraciones presidenciales, con frágil mérito de trabajo electoral, y la opción a un delfín parece que lo determinará una encuesta, aunque flota en mentideros políticos que su preferido es el eficiente ministro de Obras Públicas, Gonzalo Castillo.

Ningún candidato ni funcionario del presidente Medina le merece la confianza que Reynaldo, y aunque cierto, ausente de carisma y mérito político electoral, resulta el reservorio de confianza del gobernante, y con todo el poder del Estado, que no es poco, frustrar el cuarto intento de Leonel gobernar, inclusive la rumorada opción de apoyar al inefable Hipólito Mejía, en reciprocidad a su sospechosa reiterada consecuencia, con cero oposición, y ocurrencia de habilitarlo en 2024.

Leonel Fernández tiene en su foja ejercer el poder tres veces, disponiendo de una cuota importante de adhesiones en el PLD, y los 35 del Sanedrín, por experiencia, conocemos su rol de vedettos, hojas de yagrumo, que esquivan el sol y procuran la sombra, en este caso, del poder, como demostraron todos, a quienes Leonel hizo prósperos, porque antes de 1996, eran, con pocas excepciones, unos mequetrefes.

Suena en el escenario otra opción de Leonel no disponer el apoyo partidario, decantarse por respaldar a Abinader para impedir el candidato de Medina, y conforme se aprecia, todo escenario político se centra en vendettas personales, en vez de ofrecer programas provechosos para todos.

El país se apresta a presenciar un escenario político electoral sui generis, donde el candidato presidencial de un partido, el PLD, enfrentará con mayor vigor no a la acera de enfrente, sino a un candidato presidencial de su propio partido, país insólito, conforme repetía a diario a sus contertulios el iluminado historiador Manuel Arturo Peña Batlle.

Leonel Fernández sabe que hipotéticamente tendría más apoyo de Luis Abinader que de su compañero de partido Danilo Medina, en vez de su aliado, será su Antoine Quentin de Tinville, el temido fiscal de la revolución francesa, o en Los Miserables, el inspector Miryel de Jan Valjean.
Contrasentidos políticos que nos convidan a repetir, como Félix María del Monte, lumbrera intelectual de la Primera República:

“Nuestro país tiene una desgracia especial, una Providencia especial, y en él, siempre ocurre lo inesperado”.

El Nacional

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