El Partido Revolucionario Dominicano es una organización de arraigados sentimientos en la sociedad dominicana, que, a pesar de lucir desconectada, en los últimos tiempos, de entidades y segmentos que fueron aliados tradicionales, fue capaz de alcanzar un 40% en las elecciones del año pasado, llevando en su boleta electoral al empresario Miguel Vargas Maldonado.
Para las tareas pendientes de corregir, el porcentaje obtenido fue satisfactorio, lo que infiere que el PRD podría ganar las presidenciales del 2012 con el propio MVP, pero en la medida en que la organización política muestre cohesión y unidad, al tiempo de diseñar un estratégico proyecto de oposición al gobierno del presidente Fernández, el cual no sale de un escándalo de corrupción y ha contribuido al deterioro de los principales servicios públicos.
Pero lamentablemente, el PRD no sólo carece de políticas definidas en su rol de oposición, sino que está absolutamente distraído en asuntos intestinos, los cuales amenazan, inclusive, con la división de la entidad, ante la errada decisión de Miguel Vargas de ser candidato a la Presidencia de la República y presidente del partido blanco.
Es lógico que Vargas Maldonado exhiba fuerza política en su nuevo proyecto, pues acaba de ser el candidato presidencial. Además, la inversión de valores y el clientelismo político justifican cada día su significativa influencia en el PRD.
No quiere decir, sin embargo, que su triunfo sea inminente. Tiene una oposición fuerte. Y en torno a la candidatura del doctor Enmanuel Esquea Guerrero, que aspira a presidir al PRD, están el doctor Luis Abinader, el ingeniero Hipólito Mejía, Rafael Suberví Bonilla, Milagros Ortiz Bosch, Vicente Sánchez Baret, Eligio Jáquez, Rafael Calderón y otros prominentes dirigentes de la ortodoxia del PRD.
Y el doctor Esquea Guerrero encabeza dos encuestas recientes con uno y dos puntos, respectivamente, lo que hace pensar en un empate técnico, si partimos de que estos estudios de opinión suelen tener un margen de error de un 3%.
Muchos alegan que los procesos convencionales son las vías democráticas por excelencia, pero no siempre garantizan la unidad partidaria y José Francisco Peña Gómez solía poner los ejemplos del partido Acción Democrática, de Venezuela, el cual se exponía siempre a la división en las primarias que celebraba, lo que llevó al líder perredeísta, muchas veces, a la búsqueda de entendimiento, en unos casos, y a la designación de cargos, en otros casos.
Y desde mi humilde óptica, lo que más procede, en el momento histórico que vive el PRD, es un gran acuerdo de su liderazgo colegiado, como única forma de garantizar la unidad, aprovechar el descontento gubernamental y tener reales perspectivas de triunfo en los certámenes del 2010 y el 2012.
Es un grave error de Miguel Vargas buscar la Presidencia de la República restando y convirtiéndose en objeto de división en su pretensión de dirigir simultáneamente el PRD. Si el PRD se divide no tiene 2010 ni 2012 y podría, inclusive, esfumarse, tal y como ha ocurrido con Acción Democrática y COPEY en Venezuela. Todavía hay tiempo de salvar al PRD.