El candidato del oficialista Partido de la Liberación Dominicana, presidente Danilo Medina, ha perdido 20 puntos en apenas meses y, según estudios de opinión, hoy se encuentra por debajo del 45%, aunque manteniéndose puntero entre los que correrán por la Presidencia de la República en la contienda electoral de mayo venidero.
En todas las investigaciones el licenciado Luis Abinader, candidato del Partido Revolucionario Moderno, aparece en segundo lugar. Ha crecido mucho, pero no lo suficiente para alcanzar al presidente Medina. Abinader ni siquiera se aproxima, pero de obtener una votación que ronde el 40%, según los expertos, obligaría a la celebración de una segunda ronda electoral, lo que no se registra en el país desde 1996.
Las encuestas son retratos del momento en que se hacen, por lo que los resultados tienden a variar de la misma forma en que evolucionan los acontecimientos políticos, económicos y sociales. Todavía faltan cinco meses para el certamen y nadie dispone de una bola de cristal que permita observar la forma favorable o desfavorable de los hechos a ocurrir, en ese recorrido, para tal o cual candidato. Además, las coaliciones no están definidas. A diario se producen pactos, pero también rompimientos.
Sin embargo, no se puede hablar de un ejercicio de democracia por las debilidades institucionales y la falta de aplicación de las leyes. No hay experiencia de castigo en el uso de los recursos estatales y la compra de votos, aspectos que contaminan los procesos eleccionarios, en desmedro de las organizaciones opositoras.
Las entidades opositoras, de todos modos, acudirían al torneo electoral con reglas de juego que no garantizan equidad alguna, por lo que deberían aprobar la presencia de observadores internacionales, de países y organismos que abogan por el fortalecimiento de la democracia en el ámbito universal, para contrarrestar la falta de árbitros que todos observamos.
Si las elecciones son libres es muy probable que ninguno de los candidatos alcance mayoría absoluta. Y serían Opción Democrática y Alianza por la Democracia, que lideran Minou Tavárez Mirabal y Max Puig, con locales y estructuras fuertes en todo el país, que determinarían el ganador de lo que parece una virtual segunda ronda electoral.