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Situación política Siria encarece la vida de la gente

Situación política Siria encarece la vida de la gente

Damasco.  EFE.  Amira es, pese a su juventud, madre tres hijos, suní de confesión y vive, con aprietos para llegar al fin de mes, en uno de los barrios más desfavorecidos de Damasco.

  Allí, el devenir cotidiano y la lucha por sobrevivir día a día se han encallecido desde que en marzo de 2011 estallara una revuelta civil que, reprimida a sangre y fuego, se ha cobrado ya la vida de más de 5.000 personas, según la ONU, y que tiene visos de agudizarse y dilatarse.   Los cortes de suministro eléctrico se prolongan cada vez más, resulta difícil acceder a los combustibles y el gas de uso doméstico, y los precios han experimentado un alza que los analistas cifran en torno al 15 por ciento.

   “Aquí hay muchas personas que están sufriendo, que quieren que esto acabe”, susurra mientras mira con inquietud a todas direcciones en busca de los ojos y de las sombras del régimen que pululan en el animado mercado.

  Tras años de hermético y férreo socialismo árabe, el régimen de Bachar al Asad apostó en 2004 por una política económica de apertura y liberalización, con la que pretendía sacar a Siria de su pertinaz aislamiento y atraer la inversión extranjera, en particular de sus vecinos árabes.

   La iniciativa resultó en parte exitosa. Según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía siria creció a ritmo medio del cinco por ciento durante los cinco últimos años, espoleada por sectores como la construcción, el turismo y el mercado de hidrocarburos. 

 El rápido desarrollo cambió la imagen triste y obsoleta de Damasco, donde comenzaron a fluir los productos occidentales y a proliferar los grandes proyectos, como la construcción de una gigante torre de cristal y acero ahora casi abandonada en el centro de la ciudad.

   Pero también se disparó la corrupción y se ahondaron las ya amplias diferencias sociales, razones ancladas ahora en el corazón de las protestas.  

“La decisión del régimen de reprimir las primeras manifestaciones pacíficas, negar el descontento y acusar a grupos armados ha enquistado y alargado el conflicto”, explica un académico sirio que por razones de seguridad prefiere no ser identificado. 

 “Y la persistencia de la violencia y la inestabilidad afectará cada vez más a la economía. A la de los menos favorecidos, pero también a la de los grandes comerciantes. Máxime cuando el régimen no ha sabido reaccionar a tiempo”, agrega.  

Acuciado por la crisis, el Gobierno trató el pasado septiembre de frenar la hemorragia con la venta de una importante cantidad de divisas, además de recuperar algunos de los subsidios abolidos durante la época de bonanza.

El Nacional

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