Opinión

Solución a la delincuencia

Solución a la delincuencia

A raíz de mi artículo de la semana pasada en el que recalcaba los 10 años de fracasos que han significado la “mano dura”, muchas personas me reclamaron que  diera soluciones. Estoy seguro de que las he citado miles de veces, pero no me molesta hacerlo de nuevo.

 El endurecimiento de las penas, que suele ser la primera opción que se evalúa, está empíricamente demostrado que no funciona. En el caso de República Dominicana,  muy pocos cumplen la totalidad de su condena, y menos  los que llegan a ser condenados por el crimen que cometen. El sistema penitenciario no está en la capacidad de manejar mayores penas sobre sus reclusos, y el costo de adecuarlo a esos fines sería astronómico e insostenible.

 Ni siquiera en los países desarrollados, que no sufren las deficiencias que nosotros tenemos, el endurecimiento de las penas ha servido como desincentivo al crimen.

 La otra medicina comúnmente recetada contra la criminalidad es la educación. A todos les encanta hablar de la educación como la gran panacea que todo lo curará y resolverá, pero esta es una visión infantil del verdadero alcance de la educación y su impacto sobre la criminalidad.

 El índice de desempleo y empleo informal quintuplica el índice de analfabetismo o de personas que no se graduaron de bachiller en nuestro país, por ende algo no está bien.

 Es que se ha perdido el enfoque básico de todo el problema. Nos vamos por las ramas sin entender que tanto el que estudia, el que trabaja y el que delinque buscan lo mismo, dinero.

 ¿Cómo podemos hablar de que la educación es la solución, si el que se pasa 30 años de su vida estudiando recibe al mes lo mismo que gana un puesto de chimi en la calle, o un delincuente común robando vehículos? ¿Qué solución posible podemos encontrar si 45 años de estudio y trabajo para un puesto ejecutivo en una empresa grande, resulta en un sueldo hasta cinco veces menor al año de lo que hace un narco en un mes? 

 No podemos esperar que la gente se preocupe por educarse, si el fruto de su esfuerzo se paga igual o menor que salir a la calle y tomar el dinero ajeno a punta de pistola. Podremos llenar el país de físicos nucleares y Premios Nóbel, y seguirán produciéndose robos, asaltos y asesinatos si estos no son adecuadamente remunerados.

 Entonces la verdadera pregunta es, ¿cómo se mejora el índice de sueldos? Fácil, aumentando la oferta laboral hasta que esta exceda su demanda. Lamentablemente para que esto ocurra ya hay dos trabas, el Código de Trabajo y una clase empresarial voraz (lo que es normal y aparentemente aceptable) protegida en su mayor parte por el Estado, que favorece las prácticas desleales de comercio y aplasta la competencia que, en el contexto que interesa a este artículo, sería capaz de generar más puestos de trabajo.

En un país funcional, corregir lo anterior sería relativamente fácil y de poco costo. Pero siendo realistas, y pensando en función de República Dominicana, mi sugerencia es que todo el mundo se monte en su yola y lo logre como pueda, porque salvo un cambio drástico, como que espontáneamente nos convirtamos en suizos, nada de eso va a cambiar ni en el largo ni el larguísimo plazo. Criminalidad tendremos por buen rato.

El Nacional

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