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Surge virtuosa en Sinfónica Juvenil

Surge virtuosa en  Sinfónica Juvenil

Cuando tuve en mis manos el programa de la Temporada 2018 de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil del Ministerio de Cultura no cruzó por mi mente que iba a ser testigo auditivo y visual del surgimiento de una virtuosa del violín.

La adolescente Yohali Montero interpretó con destreza de veterano solista consagrado, y sin tener frente a sus ojos el invaluable apoyo de partitura, el hermoso Concierto para violín y Orquesta en mi menor, de Félix Mendelssohn.

Los melómanos que no somos músicos nos maravillamos frente a las actuaciones de los grandes solistas que interpretan conciertos para sus instrumentos y orquesta, memorizándolos en la totalidad de sus notas.
Es curiosa la frase que se atribuye a un famoso pianista que manifestó que con las notas falsas que interpretaba en cada concierto se podía tocar otro.

La expresión llegó a mi mente cuando ya bien avanzada su interpretación, mi fino oído de añejo musicófilo no había captado el mínimo desliz de origen amnésico en la versión de Yohali de la romántica obra.

El director del magnífico equipo orquestal, el maestro Alberto Rincón, se extendió hablando conmigo en elogios a la joven violinista, cuyo talento y disciplina captó desde sus primeros años de estudio.

Dijo que lo increíble de esta asombrosa interpretación es que requirió menos de un mes de ensayos, tiempo en el cual hizo gala de excelentes condiciones artísticas, al unir al gran talento disciplina, dedicación, buena memoria y humildad.

Algo que cita admirado fue el aplomo con que la juvenil artista sorteó los escollos del segundo movimiento de la obra, que a ejecutantes más experimentados a veces intimida.

En esta recién finalizada temporada de tres conciertos celebrados en tiempo record de una semana, Yohali no tuvo la exclusividad del éxito que se expresa en prolongadas ovaciones del soberano.

Otra incipiente virtuosa, Rebeca Masalles, la acompañó en un emocionante dueto de violines por los temas de la obra Navarra, del compositor español Pablo de Sarasate, como parte del programa inaugural de la temporada de la Sinfónica Nacional Juvenil.

Las violinistas, cuyas edades sumadas apenas sobrepasan la treintena, mantuvieron con la gracia de sus interpretaciones perfectamente sincronizadas en la limpidez de su sonido, a un auditorio numeroso, concentrado en su admiración silenciosa.

Algo consustancial con la obra del gran violinista y compositor español son las dificultades técnicas, quizás debido a que su talento interpretativo fue comparado con el del inmenso Nicolo Paganini.

Es por eso que su obra Navarra, inspirada en el folklore de su tierra natal, al igual que la mayoría de ellas, contiene pasajes concebidos para ser sorteados por virtuosos de grandes condiciones.

Para el público que pudo apreciar el talento de esta pareja musical dominicana resultó inevitable experimentar justificado orgullo nacionalista.

Parte del éxito de este acontecimiento musical juvenil debe acreditarse a la entrega que podría calificarse de sacrificada de Alberto Rincón, quien parece no tener límites ante las tareas que se impone en su labor.
Esa especie de enamoramiento de su trabajo, lo lleva a confiar en las posibilidades artísticas de los miembros destacados de su equipo orquestal.

Esto se puso de manifiesto en las difíciles piezas musicales que colocó en el programa de la Temporada 2018.

En el segundo concierto la orquesta fue dirigida por el maestro japonés Hidetaka Niiyama, y entre las obras figuró la Sonata para Clarinete de Camille Saint Saenz, con una aplaudida interpretación del clarinetista Manuel Marmolejos.

También el Concierto para Oboe y Orquesta de Joseph Haydn, actuando como diestro solista Hardy Núñez. Ambos intérpretes fueron efusivamente felicitados por el director.

Sería prolijo enumerar todas las grandes obras que se interpretaron en esta temporada sinfónica, pero bastaría citar El amor brujo, del compositor español Manuel De Falla, y la Obertura Romeo y Julieta de Chaikovski.

El maestro Rincón elogió la disposición del ministro de Cultura, arquitecto Eduardo Selman, de instalar academias de música en varios pueblos del interior.

Se mostró convencido de que el arte musical dominicano logrará en un futuro próximo dimensiones pocas veces imaginadas.

El Nacional

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