Con la protección de Estados Unidos y como una suerte de ejemplo de cuán beneficioso era un neoliberalismo bien aplicado, El Salvador se veía como el último reducto de la derecha en caer en manos de la izquierda.
Sin embargo, la descomposición moral echó por la borda la estabilidad y el sostenido crecimiento de que ha disfrutado una nación que tiene en el café uno de sus principales rubros de exportación.
Con la victoria del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional la nación centroamericana de 5.7 millones de habitantes forma parte del mapa político que en la región componen Venezuela, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Brasil, Argentina, Chile y Uruguay. Sin embargo, en cuanto al pensamiento del presidente electo se imponen algunas precisiones, para que nadie se llame a engaño.
En realidad Funes, aunque haya alcanzado el poder en alas del FMLN, el otrora grupo guerrillero que protagonizó durante 12 años la guerra civil que dejó de 70 a 80 mil víctimas, el periodista Mauricio Funes no es un político de izquierda ni tampoco muy curtido en esas lides. Su intención de mantener la dolarización de la economía y respetar el modelo salvadoreño es la mejor evidencia de su pensamiento.
Tampoco se trata de un oportunista, sino de un ciudadano comprometido. Lo que le abre las puertas del FMLN es su prestigio. Durante mucho tiempo fue ojos y voz del pueblo en cuanto a escrutar y denunciar la corrupción que brotaba desde el Gobierno.
De ahí que no esté muy definido que Funes pueda formar parte de la corriente política que tiñe el mapa de la región. Como uno de los principales dirigentes del partido en el poder, esa tarea la tiene asegurada de antemano el vicepresidente electo Carlos Sánchez. Esa relación política es otra de las interrogantes que se derivan de las elecciones salvadoreñas.
A diferencia de otros tiempos, el ganador de los comicios en la nación centroamericana esta libre de presiones y ataduras para decidir sobre sus relaciones políticas. Estados Unidos aclaró desde el primer día que no interferirá en los asuntos internos ni en las amistades del nuevo gobierno. E incluso, en geto que su llamó la atención, fue de los primeros en felicitar a Funes por su victoria.
Las estadísticas salvadoreñas son asombrosas, pero la realidad es otra. Más del 50% que se inclinó por el candidato de izquierda está harta de la corrupción y la propaganda sobre un bienestar que se ha quedado en un puñado de privilegiados.
¿Qué mensaje envía el caso salvadoreño? Y más en una coyuntura en que también en EU la corrupción contribuyó con la crisis financiera y la victoria electoral de Barack Obama. Es posible que el sesgo más visible e impactante sea el ideológico, pero no el único en esta nueva etapa de cambios políticos.
Más que un giro propiamente a la izquierda es probable que la elección de Funes, aún en alas del FMLN, sea la respuesta a la filosofía del dinero fácil, los estilos autoritarios y la deuda social acumulada que ha caracterizado el ejercicio del poder.
lperezc@codetel.net.do