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Tenatofobia de Danilo Medina

Tenatofobia de Danilo Medina

La terminología psiquiátrica define la tenatofobia como el miedo exagerado a morir que atormenta a un ser humano, y concerniente al presidente Danilo Medina se interpreta como el miedo exagerado a morir políticamente que experimenta nuestro mandatario.

Miedo a morir que comienza en las primarias del próximo seis de octubre, cuando el tres veces y seguro cuarto presidente de la República, Leonel Fernández, apabulle y magulle electoralmente en proporción 70 a 20 a un desconocido Gonzalo Castillo, delfín y plan B del presidente Medina, cuando el plan A reeleccionista fue frenado en seco por la llamada telefónica del secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo.

Fallado seguro el plan B, conforme expresan al unísono los sondeos, que resulta inadmisible que todos estén entregados al susurro aurífero, Medina sabe que Leonel es indetenible en el certamen 2020, de manera que este seis de octubre, la elíptica política de Medina entra en barrena de caída libre hacia el nunca jamás.

Esa sombría perspectiva trasunta psicológicamente traumática para un político que amarraba su proyecto reeleccionista por segunda versión, recordando la cibaeña sentencia que postula que nadie sabe hacia dónde va, hasta que no llega, o que una cosa piensa el burro, (aunque los animales no razonan, sino que se guían por instinto), y otra quien lo apareja.

Fue el presidente Donald Trump que determinó hacia dónde dirigir el escenario político dominicano, obviando una nueva complicación geopolítica suya con la reelección danilista, además de los ancestrales engorros cubano y nicaragüense, más reciente venezolano, procediendo Trump a cortar por lo sano.

La copa de la tolerancia no resistía la gota dominicana sin derramarse, y Trump impidió su derrame, castrando la segunda reelección de Medina, desprogramando el plan A, recurriendo Medina al B con un sujeto desconocido hasta desempeñar la poltrona de Obras Públicas y Comunicaciones, con magro mérito político que no fuese la prótesis oficial, y a la postre, el más formidable aliado no intencional de Leonel, como veremos el siete de octubre, cuando al danilismo contar, será el llorar.

Más que llorar, inicia un viacrucis hacia el Gólgota de la carrera política de Medina, porque al imponerse Fernández en 2020, por ausencia de un contendor con las categorías similares suyas, en una diluida y translúcida dizque oposición, Leonel podría intentar un proyecto político 2024, que es otro yeti o Galipote insomne que atormenta a Medina, aunque no resulte coronado por el éxito a Leonel.

Una evolución política contestataria al PLD es posible surja 20-24, con los bríos cautivantes que hoy no se perciben, si resulta estructurado por los grupos civiles fácticos, surgiendo una figura diferente y nueva al escenario actual, hastiados de la prolongada saga peledeísta en el poder.

Mostrando a la ciudadanía un programa de gobierno atractivo que concite la secundación de las grandes mayorías, sobre todo, las marginadas por el PLD, que definitivamente anulen su principalía en la conducencia del destino nacional, con una figura potable y convincente.

Son conjeturas posibles que irrumpan en el escenario político vernáculo, analizando coordenadas del entorno, sin novelar las circunstancias, proyectadas al futuro mediático.

En el ínterin de cuanto pueda acontecer, el dominio de Leonel del entorno político lo puntean vencedor en las primarias en todos los sondeos, donde la ciudadanía determinará una vez más, como las convicciones ciudadanas siempre se imponen a la soberbia y al irritante despilfarro estatal para apoyar a un candidato sin luces ni mérito político alguno, por sobre un rival que en tres ocasiones demostró pericia, buen juicio y serenidad conduciendo el destino nacional, domeñando el equilibrio de la gobernanza, y los guarismos óptimos de una próspera economía avalada por el FMI, CEPAL y Banco Mundial.

Son los síndromes que medran la tenatofobia atormentada de Medina, ante el cúmulo de perspectivas que moldean las recurrentes inequívocas comprobaciones que extrapola su subconsciente, que conforme la tesis freudiana, es el verdadero consciente, arcillas que moldean la cariátide de sus pesadillas, concluyendo en el inmenso e insondable delta de su tenatofobia.

El Nacional

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