Todo depende del cristal con que se mire. Hay poder político, cuando se ostentan posiciones legítimamente ganadas en procesos electorales. Hay poder económico, cuando se moviliza la economía a través de las empresas en los diferentes sectores del desarrollo nacional.
Ambos poderes pueden ser – y de hecho, lo son- penetrados por la corrupción y la impunidad, al extremo de que el político se convierte en empresario, y el empresario en político. Y por supuesto, también está el poder social, es decir, la habilidad para estar en las élites sociales del momento, produciéndose una mezcla de lo legítimo con lo ilegítimo.
El caso Odebrecht es, sin dudas, el mejor ejemplo de lo anterior. Pero, antes hubo el antecedente de la Sun Land, y cómo vimos su influencia en la ejecución de préstamos sin la aprobación del Congreso Nacional, hasta ser la sombra negra de la primera reforma judicial.
La Sun Land derrotó al hoy presidente cuando era candidato presidencial en su primer intento. Parecería que el presidente de hoy, que vivió esa experiencia, lejos de separarse de esa conducta, la implementó y la desarrolló con Odebrecht. Ganó las elecciones de 2012 y 2016.
He aquí algunos elementos claves, que todavía no han sido investigados por las autoridades nacionales: Primero, el gobierno del presidente Danilo Medina permitió la instalación en República Dominicana, del Departamento de Operaciones Estructuradas, o mejor dicho, el Departamento de Sobornos de Odebrecht, para que, desde aquí, se hicieran todos los pagos a gobernantes, legisladores, constructores y políticos de 14 países, incluyendo República Dominicana.
Segundo, la contratación de Punta Catalina con la empresa Odebrecht, fue luego de la visita del expresidente Lula al presidente Medina. Tercero, la permanencia en el país de los consultores Joao Santana y Mounica Moura, en trabajo directo con el propio presidente Danilo Medina, hasta su detención por la Policía Federal brasileira.
Si a lo anterior le sumamos el hecho de que la investigación realizada por la autoridad nacional es incompleta, por cuanto no son todos los que están ni están todos los que son, y falta por indagar todo lo relacionado con la sobrevaloración de las obras y las donaciones en las campañas electorales, falta mucho por ver y hacer aún.
En definitiva, a diferencia de lo que acontece en otros países, como Brasil, Perú, Colombia, Ecuador, Panamá y Guatemala, en donde hay expresidentes detenidos y con procesos abiertos, políticos, y empresarios en prisión, en nuestro país, existe otra justicia que no ve lo que otros ven.
Habrá justicia cuando se produzca el cambio que reclama la mayoría del paí