El año pasado, la organización de Estados Americanos sufrió la experiencia mas traumática con el golpe de Estado a Zelaya, en Honduras. Quedó mal como organismo.
De verdad que sufrimos la situación del secretario José Miguel Insulza, al no poder lograr que dicho organismo resolviera frente a los golpistas y restituir al desplazado presidente, quien tampoco logró orquestar un programa de seguimiento en su defensa, más bien incurrió en contradicciones que ayudaron a los golpistas.
Ahora existe el agravante de que Roberto Micheletti sostiene que los Estados Unidos lo acusan de querer legislar en Honduras, reiterando que no renunciará hasta el 27 de enero y que el Congreso lo designó hasta que tome posesión el nuevo gobierno presidido por Porfirio Lobo.
También acusa a Estados Unidos de ofrecerle millones en ayuda si renuncia el 15, que viene siendo presionado por el Gobierno de España. Estas declaraciones fueron hechas por el presidente de facto, después que lo visitó el señor Craig Kelly, numero dos en la diplomacia norteamericana para América Latina.
Nosotros denunciamos desde el principio que este golpe era sumamente peligroso, porque exponía a todos los demás gobiernos, y más cuando recordamos los daños, que todavía se sienten, de los golpes de Estado del pasado, entre los cuales está el que se le dio en nuestro país al profesor Juan Bosch, un gobierno ejemplar y transparente.
He sentido especialmente este chasco diplomático en Honduras, por varias razones: tengo allí amigos y recuerdo la lucha que hemos tenido algunos hombres defendiendo la justicia, el proceso democrático y la propia diplomacia
Recuerdo con simpatía que, siendo admirador del presidente Obama y su actual Canciller, Hillary Clinton, creí de verdad aquel llamado que ofrecían de que Estados Unidos quería integrarse más con Latinoamérica y lo vi inteligente y útil para ambos lados.
En definitiva, es urgente que aprovechemos el gran precedente de Honduras para que meditemos las carencias que padecemos, incluso en los organismos rectores principales, la ONU y la OEA, para superarnos y robustecerlos. Los países desarrollados, que pueden más, hasta a beneficio de inventario deben lograrlo, y todavía identificar la forma de enderezar el tollo de Honduras, haciendo justicia que trascienda con quienes han producido el mal ejemplo que comentamos, y más cuando la comunidad de países todavía no los han apoyado. Y siempre recordemos: ¿Cómo vamos a seguir cercenando nuestra diplomacia, la vía más expedita para buscar ayudas y servicios recíprocos? Los que hemos trabajado y estudiado la materia, sabemos y debemos profundizar creando conciencia.