En algunos casos el sonido del trueno puede alcanzar los decibeles suficientes cercano al umbral del dolor para el oído humano.
Así debió parecer para los ejecutivos de la Barrick Pueblo Viejo, la reacción de la sociedad dominicana ante la estafa que significó para el país el contrato para la explotación de la mina de Cotuí.
Pero todavía no se terminan los debates sobre el contrato y ya se detectan otros intentos de estafar a los dominicanos en el envío de oro al extranjero.
Estos intentos de estafas es lo que motivó que intelectuales de todas las corrientes ideológicas se unificaran en una sola posición: defender al Estado.
El hecho de que la empresa minera toma 97 de cada 100 dólares producidos en Pueblo Viejo, amparada en un contrato de participación medieval que privilegia el intercambio injusto e inmoral, fue lo que hizo parir un documento con la firma de casi 200 intelectuales en el que plasmaron lo que se puede definir como una posición firme y decorosa.
¡Solo un acto supremo de maldad y voracidad lucrativa puede maniobrar para que un pueblo que acumula siglos de necesidades materiales contrate y firme en contra de sí mismo!
Es vergonzoso y preocupante que todavía en el interconectado mundo del siglo XXI los organismos multilaterales, siempre empeñados en transferirnos de manera unilateral sus modelos de transparencia e institucionalidad, no se percaten de las inmorales manipulaciones utilizadas por las voraces empresas multinacionales para acordar los abusivos y lesivos contratos que les permiten explotar los recursos naturales de los países del Tercer Mundo y cuyos términos resultan manifiestamente ilegales en los propios países de origen de dichas empresas.
Este hecho ha demostrado que todavía en el país hay esperanza cuando un grupo de pensadores de diferentes clases sociales y con intereses políticos diversos, decidieron unirse y abrazar una causa común.
Los abusos de la Barrick es un tema que nos involucra a todos.