Más que un trago amargo como lo definió el presidente Danilo Medina, la propuesta de reforma fiscal presentada por el mandatario ante el Consejo Económico y Social es un verdadero purgante que causaría mayor inflación e impactaría negativamente sobre los niveles de empleos, inversión e ingresos.
Ese paquete tributario incluye elevar el Itebis del 16 al 18 por ciento, ampliar su base impositiva con un 10 por ciento sobre los demás productos, exceptuando los definidos como básicos; 10% sobre los intereses que generen ahorros y depósitos bancarios, un 1% sobre el valor de los vehículos, un 10% a los dividendos de zonas francas y un 5% sobre sus ventas locales, así como otros gravámenes a la propiedad inmobiliaria.
El Gobierno procura obtener unos 55 mil millones de pesos adicionales con ese ramillete impositivo que incluye las bebidas alcohólicas y la televisión por cable con lo que pretende reducir el déficit fiscal que al término de 2012 superaría el seis por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), equivalente a unos 135 mil millones de pesos.
Ese purgante impositivo afectaría de manera directa a la clase media que tendrá que pagar más impuestos por sus salarios e ingresos, sus bienes básicos, como casa y vehículo, sus ahorros y consumo, mientras que la población de menor ingreso sería condenada a purgar pena tras los barrotes de pobreza e indigencia.
El presidente Medina ha dicho que en principio se intentó aliviar el abultado déficit fiscal por vía de la reducción del gasto, pero que sólo se pudo lograr un ahorro proyectado del 1.9 por ciento del PIB, por lo que la reforma tributaria se convierte en remedio vital para preservar la sostenibilidad económica, sin que nunca se revelen las razones por las que hoy se pretende obligar a la población a tomar un purgante con tan fuertes efectos.
Los ingresos del Gobierno en 2012 se redujeron en 27 mil millones de pesos y el endeudamiento se elevó de un 38 a un 44% del PIB, lo que significa que en 2013, el pago por intereses de la deuda pública subirá de 57 mil millones de pesos a RD$74 mil millones, lo que indica que la economía dominicana ha caído en un círculo vicioso matizado por más endeudamiento y menor recaudación.
De nuevo se convoca a la ciudadanía y sector productivo a pagar platos rotos por gobiernos que tutelaron desorden, dispendio, clientelismo y burdas formas de corrupción, aunque a decir verdad, a las actuales autoridades y población no les queda otro camino que procurar un remedio menos invasivo, pero que garantice algún alivio a tan tétrico cuadro económico.
Ese proyecto de reforma fiscal constituye una mera propuesta que todos los sectores de la sociedad están compelidos revisar detenidamente y objetar aquellos tributos que resultan letales y ayudar a conformar un remedio menos doloroso, en el entendido de que el Gobierno cumplirá su promesa de reducir el Gasto Publico, porque, repetimos, más que un trago amargo, esa reforma es un purgante.