Ya se fabrican botellas de gelatina biodegradables que hasta pueden llegarse a comer
Casi todos somos conscientes de lo enormemente nocivo que es el plástico para el medio ambiente. Pero, lamentablemente, también casi en toda su totalidad los envases de vidrio han sido reemplazados por los de este elemento, debido, en gran parte, a que pesa menos y puede “acoplarse” mejor en algún espacio reducido, debido a la flexibilidad de la que carece el vidrio.
Parece como si quisiéramos colaborar para sanear nuestro planeta pero en muchísimas ocasiones nos resulta imposible pues todo “viene envasado como viene”.
Yo aún recuerdo que cuando era pequeña, aquí en Madrid, los yogures se vendían en la farmacia y en envases de cristal. Pero de aquello ya ha transcurrido mucho tiempo…
Puesto que el plástico puede tardar hasta 1.000 años en degradarse, a un diseñador y estudiante de origen islandés se le ha ocurrido una idea y, con ella, ha querido aportar su “granito de arena” para evitar la contaminación del planeta.
Su nombre es Ari Jónsson y ha creado un recipiente, “Agari”, con forma de botella, está compuesto por agar, una gelatina vegetal de origen marino (algas rojas) y que una vez que está vacío empieza a desintegrarse.
Lo que indujo a este joven a poner en práctica algo positivo, en cuanto a lo que estamos comentando, fue el hecho de que la mayoría de los envases, ya sean botellas de agua o de cualquier otra cosa, se suelen utilizar una sola vez, generando un inmenso aumento de nefastos residuos.
«Siento que existe una necesidad urgente de encontrar formas de reemplazar las proporciones de plástico que fabricamos. Lo usamos y lo tiramos todos los días. ¿Por qué utilizamos materiales que tardan tantísimos años en degradarse en la naturaleza para, poco después, tirarlo a la basura?» – se pregunta el creador de la botella biodegradable.
Jónsson estrenó su proyecto en DesignMarch 2016, un festival de diseño celebrado recientemente en Reykjavik, capital de Islandia.
La botella que presentó, fabricada con este extracto de algas, conserva su forma hasta que se vacía y entonces comienza a descomponerse. Jónsson sostiene que incluso podríamos ingerirla.
Esta innovadora solución para el problema de la contaminación del plástico es incolora, insípida y, al mezclarse con agua, se convierte en gelatina. Y es increíble que dicha sustancia fuese descubierta en Japón en torno al año 1650 sin que se le diese importancia.
En el año 1800 se comenzó a utilizar en la microbiología y hoy en día se usa para separar moléculas y también para la alimentación, como sustituto vegano, a la gelatina animal.