Opinión

Voces y ecos

Voces y ecos

Considerable energía se ha gastado a partir de que se divulgara  que el presidente  de los Estados Unidos de América, Barack Obama, había  nominado  como embajador  en República Dominicana a un  homosexual militante. El rechazo  ha venido  de sectores religiosos  y de aliados políticos del gobierno dominicano.

La voz más enérgica  provino de la iglesia Católica. Monseñor  Pablo Cedano, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Santo Domingo, adelantó la  desaprobación  de  que se designara a James Brewster, como  jefe de la misión  estadunidense  en Santo Domingo,  por ser un  activista gay.  Lo tildó de indelicadeza.

Pero  Cedano no  hablaba por su cuenta. Era  el precursor de alguien  con tono más elevado: monseñor  Nicolás de Jesús López Rodríguez, el arzobispo de Santo Domingo. El cardenal López Rodríguez considera que el Gobierno dominicano debe decidir si acepta o no la llegada de Brewster.

Otras  organizaciones se expresaron en términos similares. Por ejemplo, la  Iglesia Cristiana de la Comunidad y la Confraternidad Evangélica pidieron al  presidente Danilo Medina  reflexionar sobre los inconvenientes para la sociedad que podría traer un embajador   homosexual. Dicen que contradice nuestras costumbres.

Como la designación del señor Brewster, a quien se insiste en  llamarle Wally, está pendiente de confirmación por el Senado de su país,  un grupo  político cuyo dueño  es alto –y corpulento-  funcionario del  gobierno,  ha dirigido  una carta a esa institución   federal  de EE UU para pedir que  anule  la nominación.

El nombramiento  ha sido considerado como » falta de respeto y  una desconsideración” por parte del gobierno norteamericano.   El  señor Cristóbal Cardozo,  en nombre de la Fraternidad Evangélica, también repudió  al embajador,    cuya  presencia consideró  «es un insulto a las buenas costumbres de los dominicanos».

Ante similar  despliegue de  opiniones, ante actitudes tan rígidas  por la tendencia sexual del señor Brewster, es  para que  uno se pregunte ¿no serían más útiles esos esfuerzos  en otra causa? Embajadores hemos acogido que han osado entrometerse  en cuestiones  muy propias  de los dominicanos, sin que nadie les saliera  al frente.

Otros enviados   han demostrado  interés por negocios particulares con desmedro, incluso, de gente de aquí,  y luego han sido despedidos con abrazos y  sonrisas. Ponen en aprietos al presidente Medina quienes  reclaman  invalidar  la acreditación del  nuevo  representante  de los Estados Unidos.

La designación de un embajador conlleva un  especial proceso.  Al gobierno  dominicano  se le sometió  el currículo  del   señor Brewster  y tuvo oportunidad de objetarlo, pero  prefirió darle  su beneplácito. Lo más importante de un funcionario no es su inclinación sexual, sino su actitud frente  al trabajo que le toca.

 

El Nacional

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