Opinión

VOCES Y ECOS

<P>VOCES Y ECOS</P>

El presidente  de Venezuela, Hugo Chávez, no se  marchó  callado. Al día siguiente de informarse su deceso, una agencia  de prensa  daba la noticia resaltando que  el gobernante se  fue sin despedida. Pero la verdad es otra: Chávez se despidió de su pueblo la noche del sábado nueve de diciembre de 2012.

Habló ampliamente por televisión. Trató asuntos de Estado, cuestiones políticas de su organización y el tema por el que convocó aquella conferencia de prensa, que no fue otro que la urgencia de someterse a una nueva cirugía que los médicos cubanos quisieron practicarle en su viaje anterior, al final de noviembre.

Desde su ingreso al hospital, el diez de diciembre, Chávez dejó de ser el presidente de Venezuela para convertirse en un instrumento de manipulación de quienes quedaron al frente de la cosa pública en esa nación.  Manipulación es no haberle dicho al pueblo venezolano la verdad. Sólo el pasado  martes se dijo la verdad.

Se hablaba de que el presidente “despachó”,  “habló”, “decidió” y hasta que designó a un  ministro de Relaciones Exteriores. Chávez no pudo firmar ese decreto, pero había que inventarlo, dado que el señor Nicolás Maduro no estaba autorizado, como no lo está todavía porque no es el presidente de la nación bolivariana.

 Desde el  diez de enero hasta hoy, Venezuela ha vivido en un limbo jurídico en cuanto al Poder Ejecutivo. Hugo Chávez Frías, por ejemplo,  era hasta el martes 5 un ex presidente y también  el presidente electo pendiente de juramentación. La Constitución de ese país faculta al jefe del Estado a designar vicepresidente, pero Chávez no pudo hacerlo.

En su despedida –eso sí- invocó el texto constitucional que dice  que si se presentara alguna “circunstancia sobrevenida” que inhabilitara al presidente electo para  asumir el cargo, deberá convocarse  a elecciones en los próximos treinta días.  Entonces pidió a sus partidarios que  escojan como candidato a Maduro y voten por él.

Lo matizó con  el  sobrado énfasis de su retórica: “Es mi opinión plena, absoluta como la luna llena”. De formación militar, Chávez no  ostentaba refinamiento, pero sí agudeza en sus juicios. La noche de su despedida, sereno ante la posibilidad de su muerte, declaró que la revolución no depende de un hombre.  Y era él el hombre al que se refería.

Maduro tiene derecho a reclamar,  en su partido, la bendición que le impartió Chávez para ser candidato. Lo político  es diferente a lo institucional. A lo que no tiene derecho es a permanecer en el puesto sin que lo decidan los venezolanos. Es hora de que se legitime un nuevo gobierno, a partir de elecciones. Venezuela tiene que seguir adelante.

El Nacional

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