Opinión

VOCES Y ECOS

VOCES Y ECOS

La fabulación y la verdad se presentan en proporciones similares en la política como en la literatura. La diferencia está en que mientras la literatura  se vale de hechos ficticios para  señalar verdades, los políticos se apoyan  en actos reales para  propalar mentiras. Las falsedades políticas se disipan; las  literarias, trascienden.

En 1962,  Gabriel García Márquez – 34 años de edad- publicó  su primer libro de cuentos: Los funerales de la Mamá Grande. Los hechos  narrados  allí, presuntamente fingidos,    guardan un  caudal de  historicidad, comprobable por todo quien  tengan un mínimo de capacidad para observar  el diario acontecer.

Haremos una parada en el relato que da título al libro: “Ésta es, incrédulos del mundo entero, la verídica historia de la Mamá Grande, soberana absoluta del reino de Macondo, que vivió en función de dominio durante 92 años y murió en olor de santidad un martes del setiembre pasado, y a cuyos funerales vino el Sumo Pontífice”.

Medio  siglo después, ocurre otro funeral como el de  Mamá Grande al que asisten jefes de Estado de todos los continentes, con excepción del Santo Padre, porque en ese momento estaba vacante  el trono de San Pedro.  Se vertieron  lágrimas a raudales y multitudes sudorosas  caminaron durante  horas, siguiendo una réplica  vacía de su ataúd.

“La América Latina y el mundo que él ayudó a  levantar y poner en marcha han entrado en una nueva etapa de su historia. Ni las naciones, ni los pueblos, ni las ideas, ni las utopías, ni las aspiraciones, ni la medida de lo que es posible, ni las luchas de nuestro continente son los mismos…”. Anota alguien.

“A nadie se le había ocurrido pensar que la Mamá Grande fuera mortal, salvo a los miembros de su tribu y a ella misma, aguijoneada por las premoniciones seniles del padre Antonio Isabel. Pero ella confiaba en que viviría más de 100 años, como su abuela materna, que en la guerra de 1875 se enfrentó a una patrulla del coronel Aureliano Buendía.”

Como Mamá Grande, Chávez  falleció un   martes y  su muerte llegó  envuelta en misterios: “Él fue el heredero y continuador de todas las luchas anteriores, pero a ellas aportó su proyecto, su personalidad y el fuego redentor que le quemaba por dentro”. Y frente a su cadáver se inició la campaña  del  señalado  para la sucesión.

García Márquez: “Los acontecimientos de aquella noche y las siguientes serían más tarde definidos como una lección histórica. No sólo por el espíritu cristiano que inspiró a los más elevados personeros del poder público, sino por la abnegación con que se conciliaron intereses disímiles y criterios contrapuestos, en el propósito común de enterrar un cadáver ilustre”.

El Nacional

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