¿Qué Pasa?

“Quémese Después de Leer”

“Quémese Después de Leer”

Lo primero que debe decirse es que los hermanos Cohen (Joel & Ethan) siguen, como debe ser, muy apegados a su estilo extravagante e iconoclasta; por momentos absurdo y a ratos de ácido humor. Dicho lo anterior, queda claramente implícito que ellos no hacen cine para todo el mundo. A veces les funciona muy bien, y otras no tanto, pero la realidad indiscutible es que cuando se trata de los Cohen, usted o los ama o los odia.

Así de simple. Lo importante, sin embargo, es que sus películas, aún las menos exitosas resultan siempre interesantes y provocativas. Este último renglón, es innegablemente, el mejor lugar para ubicar “Burn After Reading” o ‘Quémese Después de Leer’. Es decir, la película no puede compararse con ‘No Country for Old Men’, film por el que recibieron los premios a la mejor película y el mejor director el año pasado, ni tampoco con su celebrada opera prima ‘Simplemente Sangre’. De modo que ‘Quémese Después de Leer’ vendría a engrosar la lista de los films ‘menores’ de los Cohen.

Ahora bien, como ya hemos dicho, no por ello se trata de una película descartable. El film puede ‘leerse’ como un thriller con una alta dosis de comedia, o sino como una comedia con una alta dosis de thriller. Así de inclasificables son con frecuencia los Cohen.

La historia es bastante sencilla. Sin embargo, contiene tantos giros y subtramas como para desconcertar a cualquier espectador no familiarizado con el cine de los Cohen. Osgood Cox (John Malkovich) pierde su trabajo como analista de CIA, ostensiblemente por su afición a la bebida. Como represalia decide escribir sus memorias en las que destapa importantes secretos. Su mujer (Tilda Swinton), quien a su vez tiene un romance con un ex agente secreto (George Clooney) pierde el disco con toda la información, y este va a parar a las manos de dos despistados, pero avariciosos empleados (Frances McDormand y Brad Pitt) de un gimnasio.

El argumento desarrolla un tanto la historia personal de cada uno de estos personajes, un poco a lo Woody Allen, en las que las traiciones, el soborno y el adulterio predominan. Al final quedan todos interconectados en un rompecabezas divertido e idiota, pero también destartalado e irregular.

Conocedores de su oficio y de los elencos multitudinarios, los hermanos Cohen se aseguraron de que las actuaciones no fueran el principal hándicap de la película. Así, casi todos los actores, que incluye además a Richard Jenkins, dan el grado en sus roles en esta farsa sexual con ribetes de cine negro. No es de lo mejor de los Cohen, pero si lo sería de muchos otros mediocres directores.

El Nacional

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