Opinión

A PLENO SOL

<P>A PLENO SOL</P>

La línea de acción de las instituciones que velan por los derechos humanos en la República Dominicana debe ser revisada. Para estos organismos, la protección a la vida  es un espejo de  un lado. La defensa de los derechos humanos debe llegar a todos los ciudadanos, sobre todo al pobre hombre de pueblo que es víctima de la violencia y el abuso.

Para muchos dirigentes de instituciones dedicadas a velar por los derechos humanos, parecería que lo más valioso son las vidas de los acusados de cometer delitos. Cierto que son preocupantes los intercambios de disparos, donde la Policía actúa como juez y verdugo, sin que tengan los acusados la oportunidad de ir a juicio.

Es correcto que los Derechos Humanos vigilen y traten de esclarecer la forma en que murió un ciudadano en los alegados intercambios de disparos. Pero su trabajo se queda a medias.

También los derechos humanos deben levantar la bandera contra las violaciones al derecho a  la vida, cuando cae  un agente policial en el desempeño de su labor. En ese instante las organizaciones de los derechos humanos se callan.

Se puede enjuiciar al policía abusador, pero usted tiene que reconocer a los agentes que han caído al ser atacados por delincuentes. No hacerlo, les resta fuerza a la voz de las organizaciones de derechos humanos. Estos organismos tienen que protestar por el simple ciudadano, que sale a trabajar y está indefenso frente a pandillas armadas.

El hombre de a pie, el de clase media, el empresario, no encuentra defensa, y eso es lamentable y peligroso, porque puede llevar a venganzas personales, teniendo a sicarios en la punta de lanza.

Todos los ciudadanos que sienten que se vulneran sus derechos, deben contar con el respaldo de las instituciones de  los derechos humanos.

El Nacional

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