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ABUSIVA

ABUSIVA

Deuda  externa  del PLD
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Los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que es un partido político que no ha liberado de nada al país sino que ha socavado su soberanía permitiendo la invasión pacífica más peligrosa de nacionales haitianos e hipotecado su futuro, ha abusado como ningún otro del expediente odioso del endeudamiento externo, conforme desgloso en este trabajo.
Los presidentes Leonel Fernández y Danilo Medina han pisado a fondo el acelerador del endeudamiento interno y externo, pese a denuncias persistentes de la oposición, como economistas, sociólogos, dirigentes obreros y comunicadores.
Es imprescindible incorporar a este trabajo de investigación y denuncia pública del abuso y desconsideración mayúscula y descarada del PLD en la escalada irresponsable del endeudamiento externo e interno, un breviario histórico del comportamiento del endeudamiento público y sus funestas repercusiones y consecuencias de esa actitud antinacional.
Nadie ha tratado este espinoso y odioso tema como el historiador César Herrera Cabral en su obligada obra de consulta De Harmont a Trujillo, Impresora Dominicana, Ciudad Trujillo, 1953, que sirve de soporte básico para enriquecer este trabajo.
El 15 de noviembre de 1866, el gobierno del general José María Cabral facultó a Jacobo Periere gestionar un empréstito por cuatrocientas mil libras esterlinas y negoció el crédito el 14 de septiembre de 1867 con el banquero parisino Emilio Erlanger & Co, conforme a estipulaciones del Congreso Nacional del 5 de abril de 1857, que el propio Congreso rechazó luego de ser debatido, y por primera vez, el l incipiente país se salvó de un timo.
Pero fue por corto tiempo, pues apenas discurrió un año, cuando el 30 de abril de 1868, el gobierno presidido por el apátrida Buenaventura Báez Méndez, que nunca creyó en la viabilidad de un país capaz de valerse por sí misma para sobrevivir, concertó un empréstito con J. A. Jesurum & Zoon, de Curazao, Antillas Holandesas, presidida por Abrahám Jesurum, judío, que el presidente Báez designó cónsul honorario de República Dominicana y general del Ejército, por 37,145.80 dólares, avalado por un decreto expedido en la fecha indicada, pero Jesurum no logró conseguir los recursos para el préstamo.
Empero, el presidente Báez no era hombre que se amilanaba ante un propósito fijo en su cosmos anti patria, y viró sus gestiones encomendando esta vez a un tal coronel Adolphe Mendes, para gestionar un empréstito con el banquero londinense Edward H. Harmont, y es ahí donde empieza el viacrusis inconcluso de nuestro clavario de hipotecar al país.
Ese viacrusis inconcluso de nuestra hipotecada soberanía lo inicia el presidente Báez el nefasto 1 de mayo de 1869, firmado por Ricardo Curiel, Ministro de Hacienda y Edward H-Harmont por 420 mil libras esterlinas, a un plazo de 25 años, por un total con intereses de 1,472,500 libras esterlinas ,dos veces más que el capital de 420 mil libras esterlinas nominales, original, una colosal estafa, que confiscaba las aduanas de Santo Domingo y Puerto Plata, y primera hipoteca minas de carbón y los bosques de la bahía de Samaná y El Gran Estero y depósitos de guano de Alto Velo.
El presidente Báez recapacitó, y dispuso cancelar el empréstito Harmont efectivo el, 20 de julio de 1870, en momentos en que orientó su connatural anti nacionalismo optando por anexar al país a Estados Unidos presidido por el general Ulysses Grant, acción execrable anulada por el presidente Ignacio María González Santín, ordenando amortizar los bonos a pagar a Harmont, en virtud del decreto del 7 de marzo de 1875, y los compromisos con Harmont quedaron intactos, no obstante rescindir el oneroso contrato.
El relevo de Harmont fue Westendorp, iniciado por el presidente Ulises Heuraux el 14 de junio de 1888 por 770 mil libras esterlinas con interés del 6% anual, redimible en 30 años, firmado por Eugenio Generoso de Marchena, Agente Fiscal del gobierno del presidente Heureaux, y el conde Tadeo de Okzsa, firmado en Bruselas y otro definitivo en Londres el 27 de julio de 1888 para arreglar los bonos de Hartmont, fijando las condiciones finales en Amsterdam, Holanda, el 16 de agosto de 1888.
Esos endeudamientos irresponsables recorrieron un luengo período, hasta que el presidente generalísimo Rafael Leónidas, canceló la deuda total con el Tratado Trujillo-Hull, el 24 de septiembre de 1940, con el secretario de Estado norteamericano Cordel Hull por US$13,500.000.
En la segunda entrega, desgloso la etapa moderna del endeudamiento externo.

El Nacional

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