Opinión

Acudir a las bases del PRD y no a Miguel Vargas Maldonado

Acudir a las bases del PRD y no a Miguel Vargas Maldonado

Estoy absolutamente convencido de que los perredeístas, con excepción de algunos, añoran un Partido Revolucionario Dominicano sustentador de un programa de desarrollo orientado a la solución de los problemas más acuciantes de la Nación, un partido capaz de hacer una oposición firme, clara, progresista, sobre todo frente a un gobierno dirigido por una gavilla reciclada en el poder mediante un ilimitado y escandaloso clientelismo ejercido mediante la utilización de los recursos públicos.

La antológica frase “me derrotó el Estado”, pronunciada con amargura para desvelar el fraude electoral consumado por Leonel Fernández Reyna en las primarias del PLD en el 2006, debe ser hoy día, paradójicamente, virtud agradecida y por demás usufructuada por la víctima de ayer y hoy Presidente de la República. Prueba, pues, palpable de un clientelismo que es vicio inveterado, doctrinario, en el seno de ese partido.

 En este mismo diario, en fecha 18 de junio de 2013, dirigí una propuesta a los perredeistas, sugiriendo la celebración de un plebiscito a partir de lo establecido en los artículos 39 y 40 de los Estatutos Generales del Partido Revolucionario Dominicano. Como expresé entonces, esa propuesta tuvo su origen en una ponderada reflexión: la única forma de rescatar las verdaderas esencias de ese partido, de arrancarlo de las manos de ambiciones personales, es acudiendo a la voluntad de su mayoría. La consulta al Plebiscito acerca de sus preferencias para la Presidencia y la Secretaría General es la forma idónea para encontrarle solución verdaderamente institucional a la crisis y encaminar por vías indiscutiblemente democráticas, populares, todas las aspiraciones que puedan presentarse.

Ahora bien, me asalta a veces el temor, que es casi convencimiento, de que en el Partido Revolucionario Dominicano se han perdido, o borrado intencionadamente, las huellas dejadas por José Francisco Peña Gómez. Nadie se acerca hoy a sus bases para buscar en ellas, en su mayoría, la solución a los problemas de ese partido.

Adormiladas, obnubiladas por engañosas ambiciones y desbordadas por compromisos pactados en arreglos de aposento, no han podido espabilarse y comprender que su decisión debe ser, en casos como el de la crisis actual, la garantía de la libre elección de los candidatos que se presenten a su arbitraje.

 Pero muy a pesar de esa triste realidad, de la que forman parte jóvenes que deberían ser los activistas de la movilidad de esas mayorías, no cesan aun los acuerdos de aposento, vale decir, las ambiciones personales no amainan, crecen y se multiplican los arrimos a Miguel Vargas Maldonado, sin que la experiencia, la verdad palpable, sirva para demostrar que este señor, a quien no le interesa lo que debe significar ser un Presidente de un auténtico partido opositor en un país como el nuestro,  está empecinado en ser dueño del Partido Revolucionario Dominicano como si lo fuera de una más de sus compañías por acciones. Es obvio que Miguel Vargas Maldonado sabe de socios y de empleados, no de compañeros.

Miguel Vargas Maldonado conoce bien determinadas bondades de la política. De allí que quiera prolongarse en la Presidencia del Partido Revolucionario Dominicano más allá del período institucional que le han asignado los Estatutos Generales. Y lo hace, convocando riesgosamente organismos que de actuar democráticamente le negarían el mínimo respaldo.

Es decir, Miguel Vargas tiene a verdad sabida lo espléndida que puede ser la Presidencia de un partido como el Revolucionario Dominicano, y por conocer esa generosidad tiene hoy día dos objetivos confesos: seguir siendo su Presidente y ser candidato a la Presidencia de la República. No crea nadie que en esas apetencias cabe gratuidad alguna.

Como Presidente del partido se puede adquirir renombre y hasta reconocimiento, se tiene al antojo 20 millones de pesos mensuales que otorga la ley y, además, entre otras cosas, la posición se puede prestar para llevar a cabo arreglos políticos harto beneficiosos. Por otra parte, aun a sabiendas de que como candidato a la Presidencia los perredeistas no le perdonarán su infidelidad en las pasadas elecciones, el hecho de ser un consciente y calculado candidato perdedor frente a Leonel Fernández puede resultar más que ventajoso.

El Nacional

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