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Debate sin chantaje

Admito no ser de los columnistas que se consideran leídos y comentados por las altas instancias del poder político, menos por el presidente Danilo Medina a quien se reconoce muy ocupado gobernando el país. Ergo, no es mi intención dirigir al Jefe del Estado estas reflexiones sobre la posibilidad de repostularse al cargo en el 2016 que le ha abierto una mayoría del pueblo dominicano consultado en las encuestas de la más alta credibilidad. En esta entrega más bien intento desvelar a los adversarios coyunturales de su eventual reelección que manejan una línea argumental que tendería a intentar “chantajearlo” con el tema.

Falta de respeto por su investidura aparte, sobre todo de algunos de sus compañeros de partido y vocingleros aliados, también demuestra esta ofensiva mediática carencias intelectuales que tienden a menospreciar la sabiduría política vernácula. Y es que intentar descalificar el ejercicio del derecho fundamental que tendría el Presidente a ser de nuevo elegible por cuestiones carentes de fundamento moral, jurídico y político, trataría de ocultar la demostrada falta de respaldo popular del principal contendiente a sucederlo en el cargo.

Lo primero es presentar que, en campaña para ser electo en el 2012, el presidente Medina se mostró contrario a la reelección consecutiva, por lo que permitir que se promueva ahora “en su beneficio” sería incumplir “la palabra empeñada”. Nada más falaz en la medida que externó en ese momento una opinión al respecto que no incorporaba la actual variable de apoyo mayoritario a una gestión de gobierno que, por recibir una amplia aceptación, genera simpatías de continuidad que desborda las adhesiones partidarias. Nunca un Presidente había acumulado tanta buena proa entre personas que se identifican con un partido distinto al que gobierna.

Que en esta coyuntura no aplicaría la cacareada “falta de institucionalidad” que tradicionalmente utilizan los políticos locales para esquivar el debido respeto a la ley. Con el manejo austero, prudente y transparente que ha dado el presidente Medina a los recursos públicos, en principio sería descartable el uso de los mismos en la campaña para conseguir ser reelecto. En el peor escenario, no los requeriría para tales fines dado el respaldo popular que concita en las encuestas.

Otro argumento con visos de chantaje es repetir que el mecanismo de reforma del Art. 124 constitucional requiere de un referendo aprobatorio que costaría muchos millones de pesos que, consta en acta, el presidente Medina preferiría invertir en obras para reducir la pobreza. Al respecto es verificable en la prensa local que los más connotados constitucionalistas dominicanos son de opinión que el requisito de ratificación popular que exige el Art. 272 no es aplicable al cambio de sistema de la elección presidencial. Faltaría poner al descubierto los que utilizan esta chicana jurídica para manipular la opinión pública a favor de su candidato.

Por demás, los que ayer justificaron la reelección porque el candidato era el de su preferencia, y que hoy la abominan porque el reclamo ciudadano de continuidad recae sobre el Presidente Medina, deben estar conscientes de que para dirigentes, militantes y simpatizantes de los partidos mayoritarios ni la reelección consecutiva ni la diferida son una “cuestión de principio” ni nada que sea “traumático” para una ciudadanía que no va a aceptar este vil chantaje.

El Nacional

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