En marzo se lanzó una alarma por los altos números de feminicidios acaecidos entonces en el país (unos 40), los esfuerzos lograron que amainaran un poco en abril, pero a partir de ahí se ha desatado con mayor intensidad y finalizando julio se contabilizaban en 90 las mujeres asesinadas por esposos, novios, amantes, exesposos o simples relacionados sentimentalmente. Agosto nos ha llegado peor y aunque no se han aportado cifras, se cree que a la fecha son más de 20 los feminicidios.
Recién inician las clases en la UASD y, al importantizar la vigilancia epidemiológica, volveré a insistir con mis estudiantes en cuán trascendente es que se inviertan grandes esfuerzos, y sobre todo recursos en cólera, dengue, malaria, SIDA y tuberculosis. Al final del año los muertos por estos males no llegan a la mitad de las mujeres asesinadas por sus relacionados sentimentales, pero peor aún, las secuelas sociales que dejan los feminicidios son invaluables al llevar destrucción a las familias involucradas, y ni hablar cuando hay hijos de por medio que pasarán por la desgracia insalvable psicológicamente de saber que papá mató a mamá. En los últimos tres años se ha agregado la infausta modalidad de que el agresor se suicida.
En decenas de trabajos anteriores hemos tratado este tema y presentado amplia variedad de soluciones, pero pienso, de corazón, que ahora se requiere de acciones dramáticas en las que participen todos los sectores sociales encabezados por la Presidencia y coordinados por el Ministerio de Salud Pública y de paso se ofrece como simple miembro el que escribe Algo más que salud.
PD. Aprendamos de Cuba, donde los feminicidios son raros y el propio Fidel le dijo a Ignacio Ramonet, en sus 100 horas que Las mujeres se abren paso por sí mismas. Son una fuerza abrumadora. Lo que tal vez se necesite en el futuro sea una Federación de Hombres Cubanos.
