Con Fidel
Murió Fidel Alejandro Castro Ruz. El mismo día en que 60 años atrás iniciara la expedición del Gramma, 4 años antes del asesinato de las Mirabal por mandato del dictador Trujillo, al mismo que 11 años atrás había intentado derrocar al enrolarse como combatiente de la expedición de “Cayo Confites”.
Varias personas me llamaron temprano a comunicármelo y darme el pésame. Lo acepto, entienden el respeto y admiración que siempre he tenido por este hombre del que he escrito decenas de veces y que debe ser una de las vidas más decorosas, exitosas y dignas que recuerde la humanidad. No construida en base a equipos de mercadeo como se construyen nuestros “líderes”.
Juan Bosch si fue de su estirpe, de ahí la bella amistad que tuvieron. Otro dominicano de esa madera es Ramón Antonio Veras (Negro) y a éste le escribí esta nota: “Don Negro, habíamos dispuesto dedicar la excursión 35 al pico Duarte que hacemos todos los primero de enero a usted, pero con su permiso se la dedicaremos a Fidel y le reiteramos la invitación para que nos acompañe por lo menos al valle de “El Tetero”, donde celebraremos un acto de recordación a Fidel el 4 de Enero.
Mientras escribo esto escucho a otro grande: Serrat, con los poemas de duelo de otro similar: Miguel Hernández como “Umbrío por la pena” y “Elegía”.
El 13 de Junio de 1991 regresé del primero de mis 14 viajes a Cuba y publiqué en esta columna: “Por la dignidad del hombre” que concluía: “Dejadme sin lujos, pero por favor no me quiten el gran placer de amar desinteresadamente a mis semejantes, logro extraordinario de la Revolución cubana que vi reflejado en los ojos profundos color miel de Heidi, en la sonrisa franca y abierta de Jorge y en la frase de Zoraida que me hizo volver la cara para que no viese mis lágrimas: “Si me tocara escoger donde nacer de nuevo sería en Cuba y después del 59”. Más que por sus avances en la salud, creo que por la dignidad con que viven los cubanos representa “algo más que salud”.
