Federico Núñez

Un diario de los gratuitos publicó el Jueves pasado sobre un delincuente de ocasión que “No estaba muerto, andaba de parranda” y a nosotros no nos interesó más que solo uno de los episodios novelescos que se armaron para que este sicario ande en la calle. Ese elemento fue que se citaba al doctor Federico Núñez como autor de un certificado médico en el que avalaba una lesión cardíaca del no citado sujeto, y que supuestamente la misma había servido para considerar el cambio de prisión carcelaria a domiciliaria.

Al día siguiente llamé a Federico, quien es mi cardiólogo, para preguntar dónde estaba, me respondió que en Cecanot, uno de los centros de salud más importantes del país, del cual ha sido su director desde su fundación, hace 10 años, fui a darle un abrazo y le pedí que no me diera ninguna explicación porque yo sé que es incapaz de prestarse a ninguna de las vagabunderías que andan a la orden del día en nuestra nación, “Qué necesidad tiene de honores el glorioso”, parafrasea Luis Franco. Le di el brazo y me fui.

Posteriormente me enteré que ese certificado médico que presentaron los abogados fue uno que Federico le había expedido a su madre, que sí era su paciente, y tuvieron el tupé que ni el nombre de la dama lo cambiaron y así se lo aceptaron estas autoridades judiciales podridas que nos gastamos, las mismas que decidieron el arresto domiciliario 10 días antes de tener en la mano el certificado del Oncólogo que diagnosticaba el cáncer de la lengua.

Da pena y lástima ver todo el tinglado enmarañado armado por estos bandidos y cómo han podido comprar y enlodar reputaciones, pero con Federico Núñez les salió el tiro por la culata porque él ha mostrado, en su larga vida como médico y gerente de salud que está por encima de esas vagabunderías de lo que siente orgullo su hermano que escribe “algo más que salud”.