La opción militar que ha invocado el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, frente a la crisis de Venezuela es otro desatino que merece el más contundente repudio. Con su amenaza Trump ningunea a las Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos (OEA), que son las que deberían autorizar una solución externa a la crisis de Venezuela.
Pero además la crisis de la nación bolivariana no ha alcanzado la dimensión de una catástrofe humana que conlleve la intervención de Estados Unidos ni de ningún otro país. Con su preocupante y torpe amenaza Trump da motivos al gobierno de Nicolás Maduro para tomar medidas más antipopulares y represivas.
La sola posibilidad constituye una agresión tanto a Venezuela como contra todas las naciones de América Latina. Por más aguda que sea la crisis, la solución hay que buscarla por medio del diálogo y la negociación, pero jamás a través de una intervención armada.
