Opinión

Américo Espinal Hued

Américo Espinal Hued

A fines de la semana pasada, la República Dominicana perdió a Américo Espinal Hued, jurista, civilista, demócrata, ex senador del gobierno constitucionalista de abril de 1965, y ex procurador general de la República, durante el gobierno de mi padre, Salvador Jorge Blanco. Falleció en su ciudad natal, Santiago, en donde siempre gozó del cariño y del reconocimiento de todos.

Su trayectoria como ciudadano siempre estuvo vinculada a las causas de la democracia y de la libertad de nuestra Nación. Cuando hubo el golpe de Estado contra Juan Bosch en 1963, Américo Espinal Hued se unió al conjunto de profesionales de Santiago que se unieron junto al Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó y al Partido Revolucionario Dominicano en la revolución de abril. Fue electo senador del Congreso Nacional que funcionó bajo la presidencia de Caamaño, junto a otros senadores que habían sido electos en 1962.

Recuerdo perfectamente, durante mi infancia, que mientras Américo junto a mi padre y otros destacados juristas de Santiago defendían a los presos políticos del régimen balaguerista, mi madre y tía Daysi (como cariñosamente siempre llamaba a Daysi Báez de Espinal), trabajaban con labores sociales y educativas en las cárceles de Santiago. En mi memoria, tengo fija la imagen de llevar carteras de macrame, hechas por las mujeres prisioneras en las cárceles de Santiago, para exhibirlas en ferias y bázares de esa época.

De esas inquietudes, surgieron años después, iniciativas tan importantes como la ley 224 de 1984 que introdujo la mayor reforma al régimen carcelario del país, y que incluyó de manera adjetiva el principio de la presunción de inocencia, aún antes de haber sido consagrado a nivel constitucional.

El paso de Américo Espinal por la Procuraduría General de la República fue trascendental. Cito el siguiente hecho: Si a fines de los noventa, se hizo justicia en el caso de Orlando Martínez, fue porque cuando Américo Espinal, siendo procurador general, interrumpió el plazo de la prescripción de ese caso, para que el mismo no quedara impune. Un gesto que nunca ha sido reconocido.

En una época como la actual, caracterizada por la crisis de valores, resalta que Américo Espinal Hued fue íntegro y honesto en sus funciones públicas. Vivió con la humildad y la sonrisa que siempre le caracterizaban. Mis condolencias a tía Daysi, y a sus hijos Mayra y Nelson Espinal Báez. Que en paz descanse.

 

El Nacional

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