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Analizan la inmigración cibaeña a San Cristóbal

Analizan la inmigración cibaeña a San Cristóbal

Setenta años se cumplirán este mes de la emigración de un centenar de cibaeños, desde Gurabo a San Cristóbal, acción que algunos han consideradoque fue propiciada por el dictador Rafael L. Trujillo para contribuir al “blanqueamiento” de esa población.

Se trata de uno de los hechos más llamativos de la historia contemporánea de San Cristóbal, a pesar de lo cual persiste a su alrededor una especie de nebulosa que impide conocer sus orígenes.

El punto clave, pendiente de clarificar, es qué motivó al hombre fuerte del país por 31 años a patrocinar en 1947 el traslado a su ciudad natal de ese grupo considerable de cibaeños, específicamente guraberos.

Qué buscaba el habilidoso mandatario, que también favoreció –aunque en circunstancias bien distintas- el flujo hacia el país de emigrantes judíos, españoles y japoneses ?.

Entre los guraberos (todos de piel clara) había muchachas hermosas y algunas tenían destreza en el manejo de artesanias, pero en su conjunto el grupo de hombres, mujeres y niños no tenía ninguna condición especial. Es decir, su cultura era pobre y no descollaban como técnicos, agricultores ni profesionales.

Las dos personas que Trujillo encargó de manejar este asentamiento en San Cristóbal fueron José Pimentel y Benjamín Uribe Macías, dos personas influyentes durante el régimen, pero que ambos murieron y en el poblado quedan muy pocas personas conocedoras de la historia local.

Encuentro histórico

En la actividad, que se realiza anualmente organizada por el autor de este trabajo, se analizan hechos ocurridos décadas atrás y se exhiben fotografías antiguas de personas de la localidad.

En la ocasión, un descendiente directo de ese conglomerado que llegó a San Cristóbal en 1947, el agrónomo Víctor Hugo Hernández (Tito), rechazó que Trujillo estimulara el flujo migratorio cibaeño con la intención de contribuir al blanqueamiento de la población.

Hernández dijo que los cibaeños inmigrantes provenían de Gurabo y que el primer contingente de 22 familias arribó a San Cristóbal el miércoles 27 de junio de 1947. “Fueron transportados por orden de Trujillo en autobuses y sus pertenencias en camiones.

Salieron de Gurabo a las 9:00 de la mañana y llegaron a San Cristóbal a las 7:00 de la noche, siendo depositados en la escuela Juan Pablo Pina.

Al otro día comenzaron a ser ubicados en distintos lugares, pero la gran mayoría permaneció durante 18 días en el local del Club 24 de Octubre en la calle Padre Ayala. Durante el proceso llegaron en total alrededor de 130 personas”.

Hernández, hijo de Bartolo Hernández y Chea Díaz quienes vinieron siendo novios desde Gurabo pero se casaron en San Cristóbal en uno de los matrimonios colectivos que auspiciaba Trujillo, rechazó la versión de que Trujillo propició ese flujo migratorio por racismo.

“Esa versión denota un resentimiento de Trujillo hacia su pueblo que no lo tenía; denota un menosprecio a su pueblo que él no tenía. Si San Cristóbal ha brillado fue por Trujillo y por sus gentes y no por los guraberos”, agregó.

“Los guraberos vinieron a aportar y una de las razones por las cuales Trujillo propició el viaje fue por las habilidades en el manejo de la artesanía de las mujeres”, sostuvo Hernández.

Según él, Trujillo iba ocasionalmente a Gurabo, poblado santiagués donde un canadiense se había asentado y establecido una escuela de artesanía.

En uno de esos viajes se le ocurre a ese canadiense decir a las muchachas estudiantes que se ubicaran al borde de la carretera con los trabajos de artesanía para mostrarlos a Trujillo cuando pasara. Este se detuvo, escuchó explicaciones y apreció los trabajos de artesanía.

Por eso más tarde se interesó en que muchas de esas muchachas se trasladaran a San Cristóbal.
“Los pueblos se desarrollan a partir de la inmigración. La emigración gurabera a San Cristóbal forma parte de ese proceso natural”, sostuvo Hernández.

Varias de las familias guraberas –incluyendo la Hernández- recibieron de Trujillo en la década del 50 casas de concreto que aún se conservan en buen estado cerca del sector urbano que antes se conoció como Alto de los Melones, próximo a donde se estableció una base de la Marina de Guerra.

Quedaron en el aire muchas precisiones, entre ellas: ¿Fueron a San Cristóbal más mujeres que hombres? ¿Qué hacían ellos en sus lugares de origen? ¿De quién fue la idea de la emigración? ¿Tuvieron contacto personalmente con Trujillo?

El Nacional

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