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Arte nacional

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La prensa y Ricardo Arjona
Los colegas que escriben y que tienen programas de arte en Puerto Rico  han puesto de manifiesto su inconformidad y han protestado por la manera en que se manejó el cantante Ricardo Arjona en su reciente gira a la isla.

Decidió no  conceder entrevistas, y en todo caso el que deseaba hacerle preguntas, tenía que enviárselas por escrito para él depurarlas, y determinar si las respondía o no.

Por lo menos los comunicadores de la vecina isla demostraron tener mucha dignidad, porque no accedieron a la exigencia.

Algo que debería ser emulado por algunos de los de aquí, principalmente ciertos periodistas de espectáculos nuevos, que asumen el oficio de manera muy sumisa y que se dejan humillar por artistas, guardaespaldas, porteros, y gente de seguridad.

Apena ver como hoy día se maltrata a periodistas representantes de medios importantes a los cuales en algunos sitios se les irrespeta relegándolos o confinándolos para que no hagan su trabajo, pues los invitan a cubrir actividades y los tratan luego como si estuvieran estorbando.

Es una especie de “tomen su foto”, anoten sus datos y váyanse…

Se trata de una modalidad que vino de fuera, hay que decir, con la exigencia ésa de que en las ruedas de prensa se plantea un minuto para fotos, y nada más, lo que se traduce en una manipulación y en un control inaceptable para un buen trabajo periodístico.

Un utensilio desechable

El comportamiento con la prensa de Ricado Arjona, un artista que ha querido siempre ser, sin poder, un Silvio Rodríguez, es típico de las figuras prefabricadas por el mercadeo.

Cuando nada son, apelan a los medios de comunicación para hacer fama y buscar popularidad.

Usted los ve haciendo ”tours” por las redacciones de los periódicos, revistas, programas de radio y de televisión.

Los promotores se desviven para que se hable del artista.

Pero luego que alcanzan la fama  se convierten en seres inaccesibles, que le huyen a los fotógrafos y periodistas, considerándolos seres inoportunos, molestosos, que afectan su tranquilidad y no los dejan vivir en paz.

Te requieren para que con tu trabajo lo lleves a convertirse en seres que alcanzan fama y fortuna, y luego te descartan como si fueras un utensilio desechable.

Esa es la triste realidad de este oficio.

El Nacional

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