¿Qué Pasa?

Arte nacional

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La piratería ha alcanzado un auge y un nivel de desarrollo, que ya practicamente se le admite como si fuera una actividad normal.

Lo paradójico es que ahora hay gente que lo defiende. 

Los vendedores callejeros de música y películas piratas han pasado a la categoría de “humildes padres de familia”, que se ganan la vida con su trabajo, a los cuales no se les debe impedir su medio de subsistencia.

Ellos son “víctimas” de una sociedad de desigualdades, “infeliz gente” que no tiene otro medio de subsistencia, a la que se persigue, mientras se hacen de la vista gorda con los ladrones de cuello blanco.

Si, porque nunca faltan esas comparaciones al momento de asumir la defensa del delito que comete un pobre.

El “infeliz” de la calle adquiere así una especie de licencia para delinquir, porque “la sociedad no le da  alternativas”, conforme a esa misma teoría. 

Lo que no se puede negar es que si existe piratería, a niveles tan dramáticos, es porque  hay una demanda y un mercado de compradores.

Y tan culpables son los piratas, como aquellos que se suplen de sus productos.

Diferente a otras sociedades, como en Puerto Rico y México, donde la gente rechaza la piratería como parte de sus costumbres, educación y cultura.

Aquí tal parece que los “piratas del Caribe” de la época de la colonia, nos dejaron marcados con su  infame estigma.

El Nacional

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