El atentado contra un conductor ocurrido el martes en la tarde en un elevado de la avenida 27 de Febrero representa otro signo de inquietud sobre la incidencia de la criminalidad, digna de que se le preste la mayor atención. El comerciante Miguel Ángel Féliz viajaba en una yipeta Honda CRV cuando fue atacado a tiros desde una motocicleta que se le acercó.
Sobre las razones del atentado se pueden barajar varias hipótesis: ajuste de cuentas, conflicto de tránsito, sicariato y muchas otras.
Pero tan inquietante como el suceso en sí es que las calles se utilicen como escenarios para dirimir conflictos, porque simplemente se desconfía del papel de la Policía y del propio sistema judicial.
De no confiar en que podrían escapar de la persecución de las autoridades el o los autores de atentados como el perpetrado en el elevado de la 27 de Febrero de seguro que lo pensarían mucho antes de arriesgarse. No hay que dar muchas vueltas para calibrar la dimensión del suceso.
