Opinión

Banco Mundial y Bretch

Banco Mundial  y Bretch

El Banco Mundial se fundó hace décadas para servir al gran capital y a las grandes potencias capitalistas, especialmente EE UU como centro de un sistema en decadencia feroz.

Sobre los bancos, Bertold Bretch escribió para una de sus ejemplares obras de teatro estas líneas:

“Nosotros, pequeños artesanos burgueses, nosotros abrimos con nuestras honradas ganzúas las niqueladas cajas registradoras de los pequeños negocios, somos devorados por los grandes empresarios, detrás de los cuales están las grandes instituciones bancarias”.

“¿Qué es una llave maestra comparada con un título accionario? ¿Qué es el asalto a un banco comparado con la fundación de un banco?”

El Banco Mundial es algo peor al tipo de banco valorado por Bretch. Es un producto del capitalismo monopolista de Estado y del capital imperialista, un poderoso instrumento financiero supranacional de las grandes potencias empeñadas en modelar las economías capitalistas dependientes en función de sus planes de reconquistas y recolonización empobrecedora.

De la mano con el FMI, el BM ha jugado un papel relevante en el proceso de globalización a favor de la estrategia neoliberal, de las privatizaciones a cargo de la gran burguesía transnacional y las burguesías dependientes, del desmonte de las empresas públicas, del control de áreas estratégicas y las economías débiles, del saqueo minero-energético global.

Ha marchado al compás de los “salvatajes” del FMI y de las guerras de conquista bajo el ropaje de de las reconstrucciones.

Ha sido responsable del predominio de lo privado sobre lo social a escala mundial y de empobrecimientos y desnacionalizaciones atroces. Sus préstamos, intervenciones y asesorías están condicionados por esa directriz estratégica.

Aquí el BM ha jugado a favor del descuartizamiento y la privatización del patrimonio público y natural del país, desempeñando un rol funesto en el sistema eléctrico.

Desacreditado en grande durante el periodo más cruel de la globalización neoliberal, procura endulzar su imagen a base de una simulación parecida a la practicada por los políticos postmodernos. El discurso de las reformas institucionales, de los controles de la corrupción gubernamental, de la preocupación por los programas anti-pobreza…le sirve par esconder su esencia, como pasa con Leonel, con Danilo y con ciertos especímenes de la “sociedad civil” pro-empresarial.

La USAID, con la CÍA en el corazón, hace lo mismo.

El Nacional

La Voz de Todos