Opinión

Barrick Gold

Barrick Gold

 La mezquindad no debe ser rasero para evaluar acontecimientos. Podrían estar “afilando cuchillos para sus propias gargantas” quienes por motivaciones pequeñas se empecinen en imponer la idea de  lo que pudo ser y no justipreciar lo que fue, en la exitosa renegociación que acaba de hacerse con la Barrick Gold.

 Es improcedente valorar lo ocurrido sin establecer, al hacerlo, una vinculación indisoluble con el contexto en el cual se produjo. La comisión negociadora representando al país, debió actuar bajo los terribles influjos de uno de los  contratos más horrorosos que puedan imaginarse, con las consecuencias que de eso se derivan. Lo que existía no se trató de una imposición a la nación ni algo que nos introdujeron de contrabando. Al contrario, fue un pésimo acuerdo, pero avalado por la institucionalidad requerida. Era contra eso que se estaba luchando y, en ese escenario, ha sido mucho lo alcanzado.

 De haber sido lo que se hizo ahora la negociación original, no tendríamos tantos motivos para celebrar, pese a que lo acordado supera por mucho al pasado. Pero no era el caso. No es lo mismo negociar por primera vez, que intentar modificar un contrato válidamente concertado, más allá de su ostensible ilegitimidad. Solo una voluntad política sin vacilación de ningún tipo, podía decidirse a correr el riesgo que implicaba el esfuerzo por revertir el texto de un contrato amparado en el único argumento de que representaba una injusticia inaceptable para los dueños de la riqueza natural explotada.

 Lo ocurrido tiene un valor simbólico que trasciende los beneficios pecuniarios que vamos a obtener. A partir de ahora, el pueblo dominicano está en aptitud de comprender que no es cierto que tenemos que aceptar de brazos cruzados las trapisondas que fuerzas inescrupulosas nos imponen, contribuyendo de esa manera a la perpetuación de las miserias históricas que nos han abatido. Ahora sabemos que si se quiere se puede y que no es cierto que estamos compelidos a resignarnos ante la ignominia.

 Sobre este tema, el reto es prepararnos para encarar el futuro en dos direcciones. La primera, tomar las previsiones correspondientes para lograr que la empresa contratada juegue limpio y que los costos reportados respondan a la realidad. La segunda, desarrollar conciencia de la responsabilidad de quienes no solo propiciaron el nefasto contrato renegociado, sino que incurrieron en el descaro de promoverlo como algo muy beneficioso para el interés nacional. Eso no debe pasar desapercibido.

El Nacional

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