Opinión

Breve que te quiero breve

Breve que te quiero breve

Más acerca del 2012: en la nueva edición revisada y ampliada del libro El código secreto de la Biblia inicialmente publicado en 1997, Michael Drosn afirma que al descifrar su código secreto, se descubre que un asteroide o un cometa chocarán contra la Tierra. En el libro El Retorno de Quetzalcóatl, del 2006, Daniel Pinchbeck habla del despertar a una “conexión psíquica” que ocurriría ese año, creándose una noosfera, o una fase más elevada de perfección humana. La noosfera ha dado lugar a 13 libros.

 

Donald Yeomans, habla de un enjambre de meteoritos, cuya trayectoria atravesará la órbita de la Tierra en el 2012, exponiéndonos a una pavorosa mesa de billar cósmica. Otros hablan de la tempestad de rayos cósmicos que padeceremos por el estallido de una supernova en el 2012, o sea, una estrella que se ha quedado sin combustible y explota, y cuyos letales rayos gamma se extienden en todas las direcciones. Como la torpe Tierra estará en ese momento en el lugar equivocado, sufrirá una nueva Edad de Hielo.

 

Algunos esotéricos sugieren que cada 50 mil años estalla un supervolcán, ennegreciendo la atmósfera con venenosos gases sulfúricos, que bloquean luz del sol durante años y destruyendo la civilización. Ese inoportuno Apocalipsis de lava ocurriría, claro, en el 2012.

 

Ahora miremos en retrospectiva: en el año 666, 23 profecías determinaron que ese sería el año del fin del mundo, por el sólo hecho de vivir la plenitud del año del Anticristo. La misma delirante oleada de pavor resurgió a finales del año 999, por la llegada del año mil, dando lugar a 37 nuevas profecías ominosas. El pánico humano estalla de nuevo para el 1666, pero esta vez combinando los horrores de la primera con las no menos siniestras señales de la segunda. Total: 59 profecías atroces.

 

Así llegó Nostradamus, dándole un nuevo impulso a la especialidad, algo así como su relanzamiento, hasta llegar a los tiempos actuales con el terrible Y2K del año 2000, y ahora a tiro de hit del 2012, con una avalancha de señales como nunca antes. Saque usted sus propias conclusiones.

El Nacional

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