Opinión

Buen vecino

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Cualesquiera fueran los motivos, es alentadora la visita a República Dominicana para entrevistarse con el presidente Danilo Medina y otras personalidades del mandatario electo de Haití. Tratándose de su primera salida después de su proclamación, la decisión traduce que esta otra parte de la isla tiene singular relevancia, como debe ser, en la agenda del Gobierno que encabezará Jovenel Moise.

Ambas naciones, condenadas por circunstancias históricas a compartir una misma isla, tienen que mantener abiertas sus vías de comunicación. Pero con la sinceridad y la comprensión que imponen una realidad que en modo alguno se puede ignorar. Con vivir de espaldas no se subsana una caterva de problemas comunes que no han hecho más que incrementarse, con consecuencias muchas veces lamentables, con el paso del tiempo.

Al visitar este país para hablar con su homólogo Danilo Medina, el presidente de electo de Haití ofrece una valiosa muestra de acercamiento. Más significativa todavía en la medida que despierta esperanza para retomar la agenda común en materia de comercio, migración y los proyectos de desarrollo fronterizo que discutía la comisión binacional. Son asuntos que en beneficio de la seguridad y el bienestar de ambas naciones tienen que abordarse.

Si bien es cierto que las relaciones están estables, no lo es menos que todavía quedan algunos obstáculos cuya remoción habrá que discutir con Moise. Uno de ellos, que ha propiciado múltiples encuentros entre las autoridades de ambos países, tiene que ver con la veda vía terrestre de varios productos criollos a la vecina República.

El pasado de incomprensiones y malquerencias entre ambas naciones tiene definitivamente que superarse en aras de la solidaridad, la cooperación y el apoyo que los dos países se han tributado en determinadas circunstancias. Y no son otras que sus autoridades las que tienen que propiciar el clima apropiado para trabajar en esa dirección.

La visita del presidente electo de Haití a República Dominicana ha sido un gran gesto, que debe valorarse en toda su dimensión, sobre todo por el mensaje que traduce para las relaciones económicas y sociales entre dos vecinos que tienen mucho en común, aunque lo que más se exalte o fomente entre ellos sean las diferencias.

El Nacional

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