Opinión

Cambio de mando

Cambio  de mando

Podemos apreciar la luz al final de túnel. El comportamiento del nuevo liderazgo político y económico envía una señal esperanzadora. Grupos económicos punteros están ya bajo el control de hombres y mujeres de menos de 50 años, traspaso necesario en momentos en que las transformaciones tecnológicas y en comunicación electrónica son determinantes en los procesos de producción y competitividad. Ninguna actividad escapa a este fenómeno, incluyendo la política.

El relevo generacional plantea un problema que aparenta ser confuso en cuanto a la sucesión de poder. Pero, en fin de cuentas, resulta en una ecuación simple, en la que el traspaso de mando, de una generación a otra, depende del rol que juegue el liderazgo político emergente. Las fuerzas que vienen operando están obligadas a tomar como bueno y válido el proceso de cambio que se impone como regla de oro. Resistirse o negarlo es estancarlo, por tanto, dañarlo.

Las reservas morales de los partidos se han ido extinguiendo en la medida en que promuevan el aprovechamiento personal, quebrantando el bien común y la justicia social, razón esencial de la actividad política. Donde estos valores han sido violados –como parece estar ocurriendo en el PLD, con honrosas excepciones-, son escasas las probabilidades de renovarse. Y es penoso que ello pase en un partido donde aún hay jóvenes valores que hacen la diferencia. Las confrontaciones soterradas suelen ser más perniciosas que las aireadas.

Encuentras dentro y cerca del PLD activos morales, profesionales y personales, con cuyas ideas y proceder es fácil coincidir cuando andas por el camino correcto. No referimos a Gedeón Santos, presidente del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones. Constantemente en formación, noble y discreto, se ha ganado el respeto y aprecio de la sociedad. En él y en jueces como Francisco Ortega se confirma la necesidad del relevo generacional que demanda el accionar político. Agentes renovadores en las telecomunicaciones y en el poder judicial.

Las fuerzas opositoras han hallado respuesta en Luis Abinader a las urgencias de cambio que exige la sociedad. Se ven representados en este joven político con una clara y avanzada visión gerencial que le permite entrar en sintonía con una población urgida de atención a los asuntos básicos. Abinader es solo el puntal de un grupo de jóvenes listos, preparados y dispuestos para el traspaso de mando que se viene produciendo en todos los poderes fácticos, a saber, iglesias, militares, empresarios, sociedad civil, en fin. De manera que las condiciones están dadas para que se produzca el cambio de mando en el 2016, como ocurrió en 1996. Como mejores resultados, por supuesto.

El Nacional

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