Opinión

Cápsulas

Cápsulas

¿Cuántos recursos se gastan en un desfile militar que dura muchas horas?

¿Cuántos galones de gasolina?

¿Cuántos galones de aceite?

¿Cuántos consumen los aviones que participan en las maniobras?

¿Cuánta gasolina y demás derivados gastan las unidades de la Marina de Guerra que pasan horas en el mar de aquí para allá y de allá para acá sin ton ni son.

¿Cuánto dinero se invierte en dietas innecesarias y que en nada contribuyen a algo positivo?

Cuántos cuesta mandar a preparar miles de uniformes, zapatos, etcétera, para después tener que proceder a limpiarlos como estaban antes de desfile?

¿Le gusta al pueblo dominicano pasar horas y horas viendo ese despliegue de militarismo casi obsesivo, casi compulsivo y hasta casi sicológicamente represivo en su manifestación desfilatoria?

¿Qué aporta al patriotismo dominicano ese exceso de militarismo, ese alarde armamentista, esas expresiones castrenses desfasadas, obsoletas y ya cansonas?

¿Cuántos militares realmente disfrutan y cuántos padecen los rigores de estar horas muertas aguantando sol, lluvia, salitre, ganas de hacer pipí y pupú, sed agotadora, etcétera?

Cuando el desfile termina, el militar, sobre todo los de abajo, sienten más orgullo por la Patria o sienten cansancio, dolor, aburrimiento, abatimiento y hasta una sensación de que los han cogido de pendejos?

¿Salen los civiles, del Malecón o tras apagar el televisor con mayor ardor patriótico o saturado de lo mismo de todos los años, que bien pudieron pasarle una copia de años anteriores y la diferencia hubiera sido la misma?

¿Identifica el pueblo un desfile militar largo, tedioso, bulloso, saturado, excesivo, rutinario y monótono con un verdadero homenaje a la Patria?

¿Es así como en el siglo 21 se le rinde honor a las efemérides patrias y a los próceres, o por el contrario estas cosas han sido revisadas y cambiadas por el rigor científico moderno, por la tecnología imparable, por los juicios de valor en torno a lo que es hoy la expresión de realce de las conquistas de nuestros libertadores?

¿Hemos evolucionado acerca de que hoy poco representan estos desfiles y, en cambio, no se lleva a cabo una acción militar y política que realmente refleje las expresiones de auténticos esquemas pro Patria?

¿Son estos desfiles de excesivo alarde militarista remembranzas, nostalgias, y hasta sentimientos invertidos de que en realidad se trata de una expresión trujillista?

Cuando los más necesitados, aun los que pueden impresionarse del alarde militarista, terminan la visualización del desfile, salen satisfechos, conformes, complacidos, llenos o diciendo que allí se gastó en horas lo que para ellos, los desgraciados, pudo haber sido la solución de sus problemas por días y hasta semanas.

¿Son desfiles y alardes que ya caen no solo en una rutina anquilosante sino contraproducente, desfasada, jurásica y parasitaria?

Por mi parte, los eliminaría, porque además de todo lo que he dicho anteriormente caen en la demagogia patriotera, en el populismo de fachada y en un gasto millonario que bien pudiera ser utilizado en cosas más útiles.

El Nacional

La Voz de Todos