40 años después
Señor director:
El 9 de octubre se cumplieron 40 años de un terrible hecho. Cinco valiosos jóvenes pertenecientes al otrora club deportivo y cultural Héctor J. Díaz, fueron brutalmente asesinados. Este hecho consternó a la población, y, por su trascendencia, no puede quedar en el olvido.
En la madrugada del 9 de octubre de 1971, el barrio 27 de Febrero, localizado en el corazón de la zona norte del Distrito Nacional, fue visitado por una patrulla policial, llevándose a cinco jóvenes, quienes regresaban de un colmado de comprar velas para colocarlas en el ataúd en el velatorio de uno de los miembros del Club Héctor J. Díaz. Más tarde, los cinco muchachos aparecieron asesinados salvaje y cobardemente.
El barrio 27 de Febrero llegó a ser uno de los sectores en donde en un momento de la historia se concentró la mayor atención pública por las luchas reivindicativas y actividades culturales y deportivas que realizó, la gran mayoría protagonizadas por los clubes deportivos y culturales Fases de Luna y Héctor J. Díaz.
Estas organizaciones coordinaron protestas en favor de los moradores de la barriada y condenaron con fervor los atropellos que vivió el sector en el régimen de los Doce Años que encabezó Joaquín Balaguer.
Los cinco jóvenes asesinados fueron Radhamés Peláez Tejeda, Rubén Darío Sandoval, Víctor Fernando Checo, Reyes Florentino Santana y Gerardo Bautista Gómez. Sus cuerpos, mutilados, fueron esparcidos por varios puntos de la geografía nacional.
Este bochornoso hecho fue atribuido a un grupo de bandoleros, algunos exizquierdistas, que activaron bajo factura oficial, bajo el amparo policial y que el pueblo bautizó como Banda Colorá, quien ejecutó su accionar bajo el alegato del anticomunismo y antiterrorismo.
En los barrios de Santo Domingo aún hay madres que esperan la llegada de sus hijos que fueron desaparecidos por “La Banda”.
Un decreto presidencial declaró en 1982, el 9 de octubre “Día Nacional de los Clubes”, pero a partir de ahí nada se ha hecho por los barrios y su juventud.
Hoy la juventud y la niñez viven el desamparo cultural, las canchas acusan un progresivo estado de deterioro, ya no se ven los grupos de danza folklórica, de teatro y de poesía coreada.
Atentamente,
Nélsido Herasme
Periodista
