Opinión

CARTAS DE LOS LECTORES

CARTAS DE LOS LECTORES

Cartas

De lo insulso a lo amargo

Señor director:

 

Parece ser que la Organización de Estados Americanos se ha convertido en un mercado de sabores, que nos deja perplejos, con sus ofertas de soluciones a los problemas regionales.

Insaboras fueron las soluciones sugeridas, ante desconocimiento de la voluntad popular y aprobación de un golpe de Estado en la región; específicamente en Honduras. Se asociaron con los golpistas y legitimaron tal atropello. El señor José Insulza se convirtió en instrumento de tal desatino, dejando a la OEA convertida en algo insulso. Con un desmérito existencial, que parece que ha desaparecido, por lo disfuncional y sin desempeño alguno.

Como si fuera poco, en el cambio de dirección, cuando se requiere de un impulso que la justifique, la OEA se busca a un señor Almagro, que confunde un problema de emigración, con problema limítrofe. Aportando una opinión amarga, ante un hecho y realidad histórica, donde él no tiene nada que buscar, porque al parecer no lo entiende.

Se le podría recomendar estudiar, no solo la historia, sino también la sociología de los pueblos. El puesto que ocupa debería exigirle conocer la fisionomía de cada nación americana.

El amargo Almagro se pasó. Se pasó de antidominicanista. Convirtiéndose en un tonton macoute, despreciable para todos los habitantes de la isla, ya sean dominicanos o haitianos.

Idiotizado por la parcialidad, se le olvida a Almagro que es rector de una institución que ha de procurar el equilibrio regional y que como tal debe guardar distancia, para preservar la calidad de mediador.

Amargo peor que insulso es este señor de las tinieblas, quien como inoportuno se nos aproxima sólo para sombrear nuestro entorno. Despreciable como el que más, alguna vez confrontó la dominicanidad.

Prejuiciado, perturbador y disociador. Inoportuno e innecesario. Mal dicho mil y una veces.

¿Por qué agregarle más desaciertos y negatividad a las relaciones de la OEA con nuestro país? Quedarnos congelados en el 1965 es suficiente para recordarle siempre con desprecio.

 

Atentamente,

Luis Alfonso Montás

El Nacional

La Voz de Todos